“Lo que aprendemos en la familia nos forma como personas y como pueblo”
En tiempos de cambios vertiginosos y vínculos cada vez más efímeros, necesitamos volver a lo esencial: a eso que no pasa de moda ni se desvanece con el tiempo, porque vive en nosotros aunque a veces no lo veamos.
Me refiero a las tradiciones y los valores que, como raíces invisibles, sostienen nuestra identidad, dan sentido a nuestras elecciones y nos conectan con quienes vinieron antes y con quienes vendrán después.
Y es en la familia, en su forma más amplia y amorosa, donde esos hilos empiezan a tejerse, y no como discursos impuestos, sino como gestos encarnados: la forma en que se escucha, se cuida, se honra lo simple, se agradece, se celebra, es allí donde aprendemos lo que es el respeto, el compromiso, la palabra dada, ahí se gesta, sin manuales, lo que luego se transforma en valores internos, en brújula existencial, en luz propia.
Honrar lo recibido es elegir con conciencia
Honrar nuestras tradiciones no significa aferrarnos ciegamente al pasado, significa discernir con el corazón lo que vale la pena conservar, resignificar o transmitir.
Es preguntarnos:
- ¿Qué aprendí en mi infancia que todavía me guía?
- ¿Qué gestos cotidianos me devuelven a mi eje?
- ¿Qué valores familiares me ayudaron a crecer, a superar momentos difíciles, a elegir desde un lugar más verdadero?
Las tradiciones nos enseñan pertenencia, nos enraízan, y sin raíces, es difícil crecer hacia arriba.
Una cultura que no honra sus orígenes, que olvida sus fundamentos humanos, espirituales y comunitarios, se vacía de contenido
Y lo mismo nos sucede a nivel individual: cuando perdemos contacto con nuestros valores esenciales, quedamos a la deriva, al vaivén de lo externo.
Lo que defendemos, nos define
En un mundo que muchas veces banaliza lo profundo y relativiza lo esencial, sostener nuestros valores no es una nostalgia, sino un acto de amor y lucidez. No se trata de imponer creencias, sino de vivir con coherencia.
Cuando sabemos qué nos representa, qué nos conmueve, qué nos da norte, entonces cada elección se vuelve más auténtica.
Una persona que honra sus valores está más cerca de su alma
Y esto no es sólo un tema privado, lo que cultivamos en casa, se proyecta en la sociedad. Por eso, es tan urgente como hermoso preguntarnos:
- ¿Qué tipo de humanidad queremos construir?
- ¿Qué vínculo hay entre mis gestos cotidianos y el mundo que habito?
Una mirada desde lo colectivo
En este mes en que celebramos un nuevo aniversario de la Revolución de Mayo, volvemos también a nuestra memoria común como pueblo; aquellos hombres y mujeres no solo buscaban la independencia política: luchaban por valores profundos que hoy siguen resonando si sabemos escuchar: libertad, justicia, coraje civil, dignidad, solidaridad, esos ideales nacieron de raíces culturales, espirituales y familiares que los sostuvieron en la adversidad.
Recordar es un acto de presencia. No hay verdadera ciudadanía sin memoria. No hay identidad sin valores que la nutran. No hay libertad sin conciencia.
Por eso, esta fecha patria no es solo una conmemoración: es una invitación a revisar cómo estamos honrando hoy esos valores, en lo individual y en lo colectivo.
Preguntas que abren el alma
¿Qué lugar tiene hoy la verdad en nuestras palabras? ¿Qué espacio le damos al bien común? ¿Qué tan coherentes somos entre lo que decimos y lo que vivimos? ¿Qué valor siento que me sostiene cuando todo tambalea? ¿Qué legado quiero dejar en quienes me rodean? ¿Qué significa para mí ser argentino o argentina hoy? ¿Cómo puedo honrar ese legado de libertad, verdad y compromiso desde mi lugar? ¿Qué tradiciones me devuelven a mi centro, a mi verdad más profunda?
Reflexión final para cerrar la nota
En un mundo que tiende al olvido y al individualismo, elegir recordar, valorar y actuar desde lo esencial es un acto revolucionario; para volver a lo aprendido, a lo sentido, a lo que tiene alma, y esto es mucho más que mirar atrás: es reconocer que hay una herencia invisible que nos habita, que nos sostiene cuando todo se mueve; y que vivir desde allí, desde lo profundo, lo humano, lo verdadero, es también una forma de libertad.
Que esta fecha patria nos encuentre no solo celebrando, sino despertando, reconociendo lo que nos une, y eligiendo, cada día, honrar lo mejor de lo que somos.
Te mando un beso inmenso TG.
IG Tona Galvaliz. FB/LinkedIn. María Antonia Galvaliz. Counselor-Logoterapia-Biodecodificación- Coaching Ontológico y Sistémico- Speaker- PNL- Coaching WingWave- Escritora Columnista- Desarrollo Humano personal y organizacional.