Opinión del Lector

Ten esperanza, confía en la vida

La esperanza tiene que ver con un acto de confianza y adhesión a la vida. La esperanza es un valor y un bien, ya que permite vivir con alegría y optimismo a la vez que nos ayuda a seguir adelante a pesar de los momentos de incertidumbre y dolor.


Hay palabras y sentimientos que nos hacen sentir bien, la esperanza es una de ellas, significa esa fuerza interior poderosa que nos inspira con ilusión a seguir y perseverar con la convicción que hace posible alcanzar lo imposible.


La esperanza es un estado de ánimo en el que se percibe la posibilidad de alcanzar lo anhelado, es una energía que brinda consuelo en los momentos difíciles y complicados asistiéndonos con una fortaleza para continuar adelante cuando todo parece perdido.


Sentimos esperanza cuando pensamos que las cosas suceden para bien y para mejor, haciendo posible el sobreponerse a las adversidades como si hubiese una luz mostrando el camino, y que este conduce a algún buen lugar.


Solemos decir que no puede vivirse sin esperanza, porque ésta forma parte del proceso de la realidad, es una de las energías que la hace posible.

Según Julio Cortázar "La esperanza le pertenece a la vida, es la vida misma defendiéndose".


Las personas que tienen esperanza son más confiadas, optimistas, experimentan la serenidad y el bienestar.


Claro que es natural sentirnos afectados por las dificultades, por lo inesperado y por la incertidumbre, pero recordemos que la vida continúa y que en algún momento tendremos que impulsarnos desde el fondo de la situación donde nos encontremos, para volver a retomar el control y gestión de la situación y de nuestra vida, fortalecidos por la dificultad.

Pocas veces somos conscientes de la importancia que tiene sentir esperanza en nuestra vida. La falta de esperanza es la desesperación.

Recordar entonces que la esperanza es confiar en que las cosas mejorarán y cambiarán, en que encontraremos la solución, la respuesta, la salida, el camino en que podremos superarlo, resolverlo y lograrlo, aun cuando en el momento no podamos hacerlo.

De manera que la esperanza es esa fuerza interior que nos sostiene cuando nos derrumbamos, cuando sentimos temor, duda o inseguridad, frente a lo que pueda pasar, potencia que nos fortalece e impulsa a seguir adelante, a enfrentar y a resolverlo más allá de las circunstancias.

También, es un impulso que nos mueve a continuar haciendo la diferencia que marca la diferencia, realizando el trabajo, o el esfuerzo necesario para solucionar o transformar la situación que enfrentamos con la confianza de que podremos hacerlo.

Nos gusta vivir esperanzados, porque así lo bueno que nos sucede adquiere mayor relevancia.

Es saludable cultivar el optimismo “moderado” respecto a la valoración del mundo y las vicisitudes, comprendiendo que las cosas no están tan mal como parecen, siempre hay opciones que nos toca descubrir; para evitar quedar atrapados en el temor, la angustia y ansiedad que nos produce la incertidumbre ante el futuro, cuando tenemos supuestos negativos respecto de lo que nos puede llegar a suceder.


Es buscando en nuestros archivos emocionales aquellas experiencias positivas, satisfactorias y reconfortantes en las que hemos conseguido lo que en su momento buscábamos, evocando esas lecciones aprendidas de la adversidad que tocó vivir.


Es apoyándonos en esos pensamientos y sentimientos constructivos para potenciar la confianza en nosotros mismos y en la divinidad que habita en cada uno para mantener viva la llama de la esperanza.


Las personas con mayores niveles de esperanza son más efectivas en hallar soluciones y alternativas a las problemáticas que surgen y enfrentan con mayor facilidad los obstáculos.


A mayor nivel de esperanza, menor nivel de depresión, mejor salud mental, física y emocional aportando pensamientos posibilitadores.


Las personas con esperanzas mejoran su nivel de empatía, multiplicando sus vínculos interpersonales, siendo estos óptimos, saludables y colaborativos.


La esperanza es contagiosa y transformadora.

Cerrando el año y para estas santas fiestas tu mayor contribución para un mundo mejor es: regalar gestos de amor, alegría, optimismo, confianza y esperanza.


¡Felices fiestas! Te mando un beso inmenso TG.

IG Tona Galvaliz. FB/LinkedIn. María Antonia Galvaliz. Counselor-Logoterapia-Biodecodificación- Coaching Ontológico y Sistémico- Speaker- PNL- Coaching WingWave- Escritora Columnista- Desarrollo Humano personal y organizacional.

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