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Monseñor Canecin participó de la asamblea vida consagrada de la región NEA

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“Entretejiendo miradas y cuidados para la vida en abundancia” fue el lema que animo la Asamblea Anual de la región NEA de CONFAR (Conferencia Argentina de Religiosas y Religiosos) cuyo fin es animar y promover, dentro del ámbito del país, a la vida religiosa inserta en la misión eclesial, en espíritu de comunión, búsqueda y participación fraterna y constante. El Obispo de Goya, monseñor Adolfo Canecin, asesor regional para la vida consagrada, acompaño el encuentro que se realizó en Formosa.

 

Bajo el lema “Entretejiendo miradas y cuidados para la vida en abundancia” se reunió en Asamblea anual un grupo de setenta religiosas/os de la región NEA - CONFAR, (Filiales de Corrientes, Formosa, Goya, Iguazú, Oberá, Posadas, Reconquista, Resistencia, San Roque y Santo Tomé). Acompañados por monseñor Adolfo Canecin, Obispo de Goya y Delegado para la Vida Consagrada de la región del NEA.

 

El tema de la asamblea fue “trabajo en redes para intervenir en situaciones de riesgo que vulneran a las personas. Abordaje de abuso sexual de niños, niñas y adolescentes” que estuvo desarrollado por la reconocida profesional María Lourdes Molina, psicóloga y doctora en Ciencias Penales, quien ofreció recursos entrecruzando la teoría y la práctica.

 

“En sintonía con la llamada del Papa (necesitamos una Iglesia en salida) e inspiradas por el lema de la vida religiosa latinoamericana (‘salgamos a prisa al encuentro de la vida que clama’) compartimos, celebramos y trabajamos durante cuatro días en comunión de carismas dentro de nuestra Iglesia” explico la hermana Elbecia Pachado de las Congregación de las Hermanas Carmelitas Misioneras Teresianas de la comunidad de Goya.

 

La doctora Maria Lourdes Molina posee una vasta experiencia y es cofundadora y presidenta de la asociación civil sin fines de lucro "Nuestras Manos", ONG dedicada a temas de violencia y otras situaciones traumáticas; pertenece también a la ONG Red de Infancia Robada coordinando, junto a la Hermana Martha Pelloni cmt, la formación continua en los distintos foros, y colabora sistemáticamente con los Hogares de Cristo.

 

Destacaron que las comunidades religiosas del NEA en su misión diaria “venimos confrontadas constantemente con situaciones que ponen en riesgo la vida”, para ello, decidieron que en los próximos tres años “poner el acento en el cuidado de niños, adolescentes y familias víctimas de violencia, abuso, adiciones y trata. Además toda vulnerabilidad se acentúa y se extremaen nuestro entorno circundado por la triple frontera”.

 

En la iluminación del tema, Lourdes Molina se centró en el abuso sexual infanto-adolescente y las intervenciones posible. Partiendo de “las cuatro C” (corazón, cabeza, coraje, cuidado), ejes de una comunidad en salida, clarificó la relación no determinante pero sí condicionante de violencia y ámbitos de pobreza e incidió en ámbitos y modos de intervención.

 

En el comienzo de la exposición del tema, nos habre a la reflexión y nos pregunta; ¿Qué nos genera el encuentro con estas realidades?  (pensamientos – emoción – reacciones)-¿qué tipo de personas recibimos?, ¿cómo las recibimos?, ¿intentamos escuchar su realidad y necesidades?

 

Informó a la asamblea sobre las diversas leyes internacionales, nacionales, federales etc. que son instrumentos de protección integral del niño-adolescente, así como de los organismos a los que acudir.

 

Las consagradas del NEA reflexionaron sobre la transmisión intergeneracional, la cruda realidad que describen las estadística, en ese sentido, se clarificó el cómo detectar (indicadores), como valorar y abordar los diversos casos que van desde una crianza inadecuada hasta el maltrato violento y grave. Trabajaron en evaluaciones, derivaciones, acompañamientos, conjugando los casos reales que muchas religiosas están abordando diariamente y se profundizó en los mapas familiares (genograma) y, realización de informes, protocolo de intervención.

 

Las consagradas renovaron el compromiso de seguir acompañando a los más vulnerables, de trabajar en red, de ofrecer un respaldo personal e institucional, dedicar energías en la prevención y sensibilización y muy especialmente en el ir creando y fortaleciendo vínculos, con las familias y con las víctimas.

 

Monseñor Adolfo Canecin animó a seguir en “este compromiso con los más pobres, como Iglesia en salida”.

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