El Obispo de Goya, monseñor Adolfo Canecin, presidio la misa en el día de Santa Rosa de Lima, en una capilla en la zona rural de la diócesis ubicada en el Paraje “Isla Sola” y compartió la jornada con las comunidades de esa zona. También por la noche presidio la misa en la catedral local.
El obispo Adolfo Canecin comenzó su homilía haciendo referencia a la oración colecta en la fiesta litúrgica de la patrona de américa latina y destaco la oración: “Dios nuestro, que encendiste en tu amor a santa Rosa y la llamaste a vivir solo para ti en la austeridad y la penitencia” y destaco que “en el fuego del amor a Dios” ella se dedicó totalmente a Dios” porque “la iniciativa siempre es de Dios, porque él nos amó primero” porque “Dios es amor y El tomo la iniciativa de encender en Rosa el fuego de su amor; el fuego nos hace pensar en el Espíritu Santo, que es el fuego que se enciende y es el amor derramado en nuestros corazones”.
“Qué lindo que nosotros también podamos decir ´Señor, si es te parece bien, yo te pido enciende en mi corazón el fuego del Espíritu, enciende todo mi ser con el fuego de tu amor” continuo el obispo goyano.
Animo a rezar diciendo “Señor, quiero ser también como Rosa de Lima totalmente tuyo, dedicarme solamente a ti” y continuo “cuando uno es capaz de ser como Ella, encendida con el fuego del amor, toda del Señor, eso permite que cada uno de nosotros nos abramos incondicionalmente a todos los hombres como hermanos”.
Relato que “Santa Rosa de Lima fue capaz de acoger, atender y servir, a los pobres, ancianos y enfermos, conforme a sus posibilidades, en esa época, tan distante de la nuestra donde la misma cultura limitaba muchas cosas Ella se dedicaba a atender a los negros quienes eran considerados esclavos” porque “la caridad hacia el prójimo es consecuencia de haber sido encendido en el corazón el fuego del amor. Esta una experiencia profundamente teologal y nos permite vivir la caridad incondicional y universal”.
Monseñor Canecin expreso que “cuando nosotros seguimos otras actitudes, no centramos en nosotros mismos o en las cosas, en los ídolos que se nos proponen y ofrecen, en el fondo, nos descentramos y no permite que cada ser humano ocupe su lugar”.
DIOS RECOMIENDA
Hizo referencia al texto leído de la segunda carta de San Pablo a los Corintios citando textualmente: “El que se gloria, que se gloríe en el Señor. Porque el que vale no es el que se recomienda a sí mismo, sino aquel a quien Dios recomienda” (2Cor 10, 17-18) por eso “es bueno contemplar a los Santos que han sido recomendados por Dios, por sus obras, por su entrega y esto, es muy importante siempre, en particular en esta época, donde vivimos todos exponiendo nuestras vidas y todo lo que hacemos en las redes sociales y si tenemos más visitas parece que valemos más. A veces queremos vivir a merced de los aplausos o de la aprobación de la gente” sentencio Canecin.
“El que vale es aquel que se hace rico a los ojos de Dios y no rico a los ojos de los hombres” y, esto es importante, porque “se debe transformar en un estilo de vida, en una manera de ser o estar y vivir en este mundo, en medio de esta cultura y sociedad tan particular que nos toca vivir”.
“Qué lindo es ser como Santa Rosa de Lima que se consagro a la oración, a la vida contemplativa, austeridad y penitencia porque ella quería ser recomendada por Dios” y remarco en ese sentido “no busquemos los aplausos o la aprobación de la gente”, porque eso, “no nos va a llevar al cielo; lo que nos va a llevar al cielo es ser recomendados por Dios, como Santa Rosa de Lima” expreso el prelado diocesano.
Dijo que “cuando uno vive de esa manera nos pasa lo que hoy dice el Evangelio que nos muestra que un hombre se puso en actitud de búsqueda y cuando encuentra un tesoro vende todo con alegría para comprar ese tesoro, lo mismo pasa con la perla fina que es el Reino y es Jesucristo”.
“Para los santo el tesoro siempre fue Jesucristo. Y consagraron toda su vida al Señor y eso les permitió relativizar muchas cosas y valorar solo que Dios valora” y alentó a ser como “Santa Rosa y muchos santos, que supieron orientar toda su vida hacia el Reino de Dios”.-