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Mons. Castagna: "Palabra proclamada y celebrada"

"La Cuaresma es para renovar la fe y vivir de acuerdo a sus exigencias. La pedagogía evangélica, que la Iglesia adopta, llena este tiempo de oportunidades", afirmó el arzobispo emérito de Corrientes.

En sus sugerencias para la homilía del próximodomingo, el arzobispo emérito de Corrientes, monseñor Domingo Castagna, consideró que esta Cuaresma se presenta como una oportunidad para “la renovación de la vida de fe”.



“Es una urgencia en la acción evangelizadora que la Iglesia debe llevar a cabo”, sostuvo.



“La proclamación de la Palabra, y su celebración, adquiere una particular vigencia en la identificación de la Iglesia como responsable de la misión delegada por el mismo Cristo”,agregó.



El arzobispo emérito consideró que el “mundo reclama, sin palabras, ser evangelizado por la Iglesia, que todos los bautizados componen”.



“Si los mismos se comportan como incrédulos ante quienes deben evangelizar, tendrán que ser ellos mismos evangelizados, para convertirse en evangelizadores”, evaluó.



Monseñor Castagna recordó que “el Bautismo celebrado exige hacerse responsables del mundo, en un claro compromiso misionero”, y lamentó: “Algunos bautizados (muchos) se comportan como si no estuvieran bautizados, hasta contrariar formalmente su Bautismo”.



“He escuchado, de una dirigente política, una expresión aterradora: ‘Estoy bautizada, pero no soy creyente’. Muchos otros, confesándose ‘católicos’, se pronuncian a favor del aborto”, ejemplificó.



“La Cuaresma es tiempo para renovar la fe y vivir de acuerdo a sus exigencias. La pedagogía evangélica, que la Iglesia adopta, llena este tiempo de oportunidades”, expresó.



Texto de las sugerencias


1.- ¡Felices los que creen sin haber visto! Jesús es muy considerado ante la fragilidad de quienes elige como responsables principales de su Iglesia. Lo fue entonces y lo es ahora. Ellos, y sus sucesores actuales, necesitan que el Señor les muestre su divinidad. Sabe hacerlo de muy diversas maneras, siempre identificables por la fe. En el encuentro con Tomás convertido lo afirma sin dar lugar a la duda: “Ahora crees, porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!” (Juan 20, 29) El tiempo de Cuaresma presenta un espacio propicio para el ejercicio de la fe. Será centrado en la Palabra de Dios y en su celebración. El ejercicio de la fe Incluye la inmediata obediencia a la Palabra de Dios. Es un ejercicio imprescindible en la práctica cristiana. Se la ha descuidado hasta ponerla en peligro de decaimiento y desaparición. El actual mundo paganizado ha logrado un estado extraño, y muy dañino, en base al materialismo y a la incredulidad.



2.- Palabra proclamada y celebrada. Esta Cuaresma se presenta como oportunidad para la renovación de la vida de fe. Es una urgencia en la acción evangelizadora que la Iglesia debe llevar a cabo. La proclamación de la Palabra, y su celebración, adquiere una particular vigencia en la identificación de la Iglesia como responsable de la misión delegada por el mismo Cristo. Nuestro mundo reclama, sin palabras, ser evangelizado por la Iglesia, que todos los bautizados componen. Si los mismos se comportan como incrédulos, ante quienes deben evangelizar, tendrán que ser ellos mismos evangelizados, para convertirse en evangelizadores. El Bautismo celebrado exige hacerse responsables del mundo, en un claro compromiso misionero. Algunos bautizados (muchos) se comportan como si no estuvieran bautizados, hasta contrariar formalmente su Bautismo. He escuchado, de una dirigente política, una expresión aterradora: “Estoy bautizada pero no soy creyente”. Muchos otros, confesándose “católicos”, se pronuncian a favor del aborto. La Cuaresma es tiempo para renovar la fe y vivir de acuerdo a sus exigencias. La pedagogía evangélica, que la Iglesia adopta, llena este Tiempo de oportunidades.



3.- La memoria de la Transfiguración. Los ministros de la Iglesia deben cultivar la predicación, la catequesis y la liturgia, para que nuestros actuales y futuros bautizados, acrecienten o recuperen la fe. Este es el tiempo propicio, y el Espíritu Santo acudirá en auxilio de los bautizados, y los colmará con la divina novedad de la gracia. El pecado, y su tenebrosa secuela, es pérdida de la Vida. Requiere una verdadera resurrección, que logra renovando la vida bautismal hasta la santidad. Hoy, el relato asombroso de la transfiguración constituye el medio extraordinario que revela a Pedro, Juan y Santiago, la identidad divina de su Maestro. Se aproximan verdaderos y violentos cimbronazos en las relaciones de Jesús con sus principales discípulos. Cuando llegue el momento preanunciado de la Pasión y muerte del Señor, acudirán al recuerdo de la transfiguración para asimilar el impacto del doloroso acontecimiento. Ese recuerdo apuntalará la fidelidad de todos ellos y los constituirá en testigos acreditados: “para que el mundo crea”. Lo que aquellos hombres experimentan se traslada a la actualidad. Me refiero a las relaciones de la Iglesia con el mundo. La acción evangelizadora que nos compromete, se nutre de la memoria de la Transfiguración, y el “escándalo de la Cruz” es reeditado hoy en la penumbra causada por la incredulidad y la indiferencia de nuestro entorno socio cultural. Se impone una reflexión profunda, que oriente hoy la acción evangelizadora.



4.- Más allá está el compromiso de la fe. En esta reflexión incluimos la práctica de la obediencia a la Palabra, como es proclamada y celebrada por la Iglesia. La ardua tarea, y la disponibilidad de la voluntad, deben crear tiempos fuertes, como el de Cuaresma. Es así como debemos entender este tiempo y recorrerlo, impulsados por el Espíritu. Corremos el riesgo de quedarnos en el aspecto meramente celebratorio de la Cuaresma, sin que comprometa nuestra vida. Más allá de nuestras convicciones y sentimientos religiosos está el compromiso de la fe, que pone en juego los valores que deben regir nuestra vida. Una verdadera ocasión para concretar la fidelidad al Evangelio.

HOMILÍA MONS. CASTAGNA

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