Opinión del Lector

Los “ceros” que podrían cambiar la vida de las mujeres (y del mundo)

Pobreza cero, hambre cero, SIDA cero y discriminación cero son algunas de las cuentas pendientes que mejorarían, con justicia, las sociedades. Son algunos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030. Faltan solo 7 años.

Los días internacionales sirven para reflexionar, sensibilizar, concientizar y poner bajo la lupa situaciones de actores a nivel nacional, regional e internacional. En el caso de las mujeres, no se trata de analizar las problemáticas de una minoría sino de quienes contabilizan un poco más de la mitad de la población mundial, y en Argentina, con un reciente Censo Nacional de Población 2022 que arroja que de las 46.044.703 personas que habitan nuestro país el 51.76% son mujeres.

La Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 1977 designó oficialmente el 8 de marzo el Día Internacional de la Mujer; 69 años habían transcurrido del trágico día en el que 129 obreras murieron en un incendio en la fábrica Cotton, de Nueva York, Estados Unidos, luego de que se declararan en huelga con permanencia en su lugar de trabajo.

La Declaración de Naciones Unidas en razón del Día Internacional comprometió al mundo a luchar por convertir en legislación concreta la premisa de igualdad y empoderamiento de la mujer. Todos los Estados y sociedades del mundo recibieron esta Declaración y buscaron convertirla en normativa nacional.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), también conocidos como Objetivos Mundiales, que se adoptaron por todos los Estados Miembros de las Naciones Unidas en 2015, son un llamado universal para poner fin a la pobreza, proteger el planeta y garantizar que todas las personas gocen de paz y prosperidad para 2030.

Los “ceros” que podrían cambiar la vida de las mujeres

Estos ODS han sido diseñados para traer al mundo varios “ceros” que cambien la vida, lo que incluye pobreza cero, hambre cero, SIDA cero y discriminación cero contra las mujeres y niñas. A la denuncia contra la violencia y la explotación sexual, la división desigual del trabajo no remunerado -tanto doméstico como en el cuidado de otras personas- se suma la discriminación en la toma de decisiones en el ámbito público y privado como grandes obstáculos que aún persisten.

“La igualdad de género no solo es un derecho humano fundamental, sino que es uno de los fundamentos esenciales para construir un mundo pacífico, próspero y sostenible”. Así lo describe Naciones Unidas en el quinto Objetivo de Desarrollo Sostenible cuyo fin es “lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y las niñas”.

Según informes del Banco Mundial del 2022, alrededor de 2.400 millones de mujeres en edad de trabajar no tienen igualdad de oportunidades económicas y a ello ha contribuido que 178 países cuenten con barreras legales al respecto.

Los índices confeccionados muestran que 95 países no garantizan la igualdad de remuneración de las mujeres respecto de los varones por un trabajo de igual valor. A nivel mundial, las mujeres todavía acceden a solo tres cuartas partes de los derechos reconocidos a los hombres, lo que se traduce en una puntuación total de 76,5 sobre 100 puntos, que devela la inexistencia de una paridad jurídica completa.

Solo 12 países, todos integrantes de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), tienen paridad jurídica entre los géneros. A nivel mundial, el mayor número de reformas correspondió a los indicadores de parentalidad, remuneración y trabajo.

Muchas modificaciones se centraron en la protección contra el acoso sexual en el trabajo, la prohibición de la discriminación por razones de género, la extensión de la licencia remunerada para los nuevos padres y madres, y la eliminación de las restricciones laborales para las mujeres.

Mujeres, 8M y desarrollo humano

En América Latina y el Caribe, las mujeres acceden a menos de tres cuartas partes de los derechos legales que se otorgan a los hombres. De las 32 economías de la región, dos promulgaron reformas el año pasado. Argentina contabilizó explícitamente los períodos de ausencia por cuidado infantil. Colombia se convirtió en el primer país de América Latina en introducir la licencia parental remunerada, con el objetivo de reducir la discriminación contra las mujeres en el lugar de trabajo. Solo la mitad de las economías de la región garantizan algún tipo de licencia remunerada para los padres.

Y si hablamos de equidad, un apartado especial en el Día Internacional de la Mujer lo merece la denominada “brecha digital”. Varones y mujeres no tienen las mismas oportunidades a la hora de desarrollar las habilidades digitales necesarias para desenvolverse plenamente en nuestra sociedad de la información.

La tecnología juega un rol preponderante en un mundo incierto, complejo y que ha retrocedido casilleros sustanciales en muchos aspectos a partir de la pandemia de COVID-19. Sobre todo, en América Latina, una región de las más afectadas y con la contracción económica más fuerte - cerca del 7% - en 2020 y con una recuperación en el período 2021-2022 lenta y desigual.

El último informe del PNUD sobre el Indice de Desarrollo Humano (IDH) alerta sobre la necesidad de aplicar políticas dirigidas a fomentar las inversiones en varias dimensiones, pero principalmente en las energías renovables y la protección social para preparar a las sociedades ante las contingencias de un mundo incierto. Al mismo tiempo, la innovación en sus múltiples variantes —tecnológica, económica, cultural— puede también desarrollar capacidades para responder a los desafíos que vayan surgiendo en el futuro.

Tal como el título que lleva el informe del IDH 2022: Tiempos inciertos, vidas inestables. Configurar nuestro futuro en un mundo en transformación. Un mundo en el que una mayor equidad y protagonismo de las mujeres pueda forjar sociedades más fuertes, justas, equitativas y resilientes.

* Mariana Colotta es decana de la Facultad de Ciencias Sociales (Universidad del Salvador). Licenciada en Sociología (USAL). Especialista en Metodología de la Investigación Científica (UNLA) y Doctora en Ciencia Política (USAL)

Autor: MARIANA COLOTTA

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