Policiales

Grupo de vecinos evitó un robo y apaleó a uno de los maleantes

Crédito: 116895

El delito se produjo ayer a la madrugada. Dos ladrones pretendieron sustraer una motocicleta. Aunque los descubrieron. Uno alcanzó a huir, su cómplice no tuvo tanta suerte. Cayó en manos de una turba enfurecida. Tras reducirlo a golpes fue entregado a la Policía.



Dos de­lin­cuen­tes fue­ron des­cu­bier­tos en ple­no ro­bo de una mo­to­ci­cle­ta y uno de ellos su­frió una pa­li­za, a ma­nos de un gru­po de “ve­ci­nos jus­ti­cie­ros”. El otro al­can­zó a fu­gar co­rrien­do.

 

El epi­so­dio de in­se­gu­ri­dad su­ce­dió ayer a la ma­dru­ga­da en el ba­rrio Cre­mon­te de la ciu­dad de Co­rrien­tes, se­gún con­fir­ma­ron a épo­ca fuen­tes po­li­cia­les.



En­tre va­rias per­so­nas per­si­guie­ron y lo­gra­ron re­du­cir a Fran­cis­co V., alias “Sal­chi­cha”, a quien des­pués en­tre­ga­ron a las au­to­ri­da­des de la co­mi­sa­ría Vi­ge­si­mo­se­gun­da.



De acuer­do a in­for­ma­ción re­co­pi­la­da por es­te dia­rio, al­re­de­dor de las 4 un ve­ci­no ob­ser­vó a un par de “mo­to­cho­rros” re­mol­can­do una mo­to­ci­cle­ta Gue­rre­ro 110. Lo ha­cí­an con el uso de otro ro­da­do, una Ya­ma­ha YBR 125.



Cer­ca de la in­ter­sec­ción en­tre las ca­lles Et­che­gu­ren y Jai­me Viu­des, ta­les mal­vi­vien­tes for­za­ron el por­tón de una vi­vien­da, in­gre­só uno de ellos y, en for­ma si­gi­lo­sa, al­can­zó a sa­car el ve­hí­cu­lo a la vía pú­bli­ca.



Cuan­do pa­re­cía que el plan sal­dría co­mo lo pen­sa­ron, un hom­bre ad­vir­tió el ilí­ci­to y de­ci­dió in­ter­ce­der. “Fue cuan­do es­ta­ban por re­mol­car esa mo­to­ci­cle­ta con la que an­da­ban ellos”, in­di­có una fuen­te ex­tra­o­fi­cial.



La aler­ta del su­ce­so des­per­tó a va­rios ha­bi­tan­tes de los al­re­de­do­res. Pri­me­ro fue­ron dos ve­ci­nos quie­nes to­ma­ron in­ter­ven­ción di­rec­ta. Lue­go co­men­za­ron a su­mar­se otros.



El jo­ven de alias “Sal­chi­cha” no pu­do evi­tar la fu­ria de las per­so­nas que em­pe­za­ron a gol­pe­ar­lo has­ta de­jar­lo to­tal­men­te en­san­gren­ta­do so­bre el sue­lo.

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