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Gerda, militar ucraniana prisionera de Rusia: «Mi primer interrogatorio duró más de 24 horas»

La última llamada de un compañero de armas a punto de morir obligó a María Chekh a no perder la esperanza. Poco después comenzarían sus interminables doce meses como prisionera de guerra en manos rusas .\'Gerda\' es su nombre de guerra. Pero sus captores la llamaron Harley Quinn, como la novia del Joker, cuando no lograron quebrarla con descargas eléctricas . María Chekh no puede evitar la sonrisa al recordarlo. Sostiene con una firmeza casi palpable que su historia es la crónica de una victoria. Logró entrar en la trágica Mariúpol pocas horas antes de que las fuerzas invasoras cercaran definitivamente la ciudad. Aguantó en los búnkeres de la famosa planta siderúrgica de Azovstal las pesadísimas bombas con las que Rusia trataba de destruir a los defensores ucranianos allí atrincherados. Entre ellos también estaba su marido. En mayo de 2022, el presidente Zelenski anunció el fin de la resistencia ucraniana en la acería. Comenzaban en ese instante los doce meses en el infierno del cautiverio ruso para María.Cuando la invasión a gran escala estalló, la militar ucraniana se encontraba en la zona de Mariúpol. Su disposición a defender su patria era inflexible. María, que entonces ya era Gerda, tenía una idea bélica diferente. «La guerra para mí era como un romance, como una aventura, algo así…» Una idea que nacía de la literatura, de libros de aventuras como los de Walter Scott. Estos eran los pensamientos que se amontonaban en su mente de niña. Desde aquellos momentos, ella tenía claro que no quería ser la princesa: «Era una vida aburrida para mí». Quería ser el caballero porque «tenían la posibilidad de viajar, afrontar dificultades y vivir aventuras».Noticia Relacionada Acuerdo de minerales estandar Si Fondo de reconstrucción y una vía para comprar armas: las ventajas para Ucrania Miriam González | Corresponsal en Kiev Kiev obtiene además la supresión de la deuda de 350.000 millones de dólares que exigía EE.UU. y vía libre para su adhesión a la Unión EuropeaCon esta concepción de lo que se presentaba ante sí misma, decidió emprender el camino de vuelta a la ciudad ucraniana que iba a ser machacada. «Antes de que se produjera un bloqueo total, recibí la orden de acompañar a las esposas e hijos de militares y civiles a un lugar seguro y fuimos en autobús. Cuando regresamos, nos paramos en la última gasolinera. Compramos una hamburguesa, un perrito caliente, y la última coca-cola que tomaría en un año y medio. Mientras hacíamos la cola algunas chicas no miraban y les dije: \'Vamos a Mariúpol\'. Me miraron con cara de locas. Yo era la única persona feliz en el autobús», recuerda. Lo único que le preocupaba en aquellos momentos era «que tal vez no supiéramos si ese punto de control seguía siendo nuestro».Del Maidán a MariúpolMaría Chekh participó junto al que sería su futuro marido en la \'Revolución de la Dignidad\' que cambió el destino de Ucrania. « Para mí, la guerra empezó en 2014 », enfatiza. Ella tenía ya su vida encaminada. Había estudiado traducción e interpretación de chino. Trabajó en el país asiático, completó su formación cursando también biología, como antes lo había hecho su abuelo, y viajaba a menudo al extranjero. Pero esta vida no terminaba de satisfacerla. Las reticencias de su esposo retrasaron su alistamiento en el Batallón Azov, algo que finalmente se produjo en 2017. «Me uní a Azov, primero como fotógrafa, y luego comencé a dar cursos de inglés para militares, porque comprendí lo importante que era para Ucrania unirse a la OTAN y entrenar juntos», destaca. Una de sus principales aspiraciones era combatir la propaganda rusa y, para ello, fue de las pioneras del departamento internacional de su unidad. «Me invitaron a terminar el curso de francés de la OTAN en Ucrania. Justo antes de la guerra, planeaba ir al Congo para una misión de las Naciones Unidas. Tenía muchas posibilidades, porque soy mujer y sé francés, una combinación realmente única», afirma la militar ucraniana. Pero la guerra a gran escala que lanzó Putin trastocó todos los planes de los ucranianos .Las secuelas de lo vivido se mantienen, pero la fortaleza de Gerda y su sonrisa siguen intactas ABCLa defensa de Mariúpol con el cerco ruso se volvió casi misión imposible. La guarnición ucraniana se vio obligada a cobijarse en la gigantesca planta siderúrgica de Azovstal. Desde allí, María informaba al mundo de las novedades y cuidaba a sus compañeros. Uno de ello estaba gravemente herido, sus párpados estaban quemados y no podía ver nada . Ella, con los pocos medicamentos de que disponía, decidió tratar de curarlo, además de amenizar su recuperación con algunos juegos. «Pedí a todos que trajeran champú, desodorante, no sé, incluso perfumes -a esta fábrica venía mucha gente a diario y tenían todo esto-, y él tenía que reconocer los olores», rememora María.«La vida en Azovstal fue primero interesante y luego surrealista. Nos duchábamos cada dos semanas por la falta de agua. Además, casi todos los días algunos de mis buenos amigos resultaban heridos o morían, así que era difícil», apunta la militar ucraniana. Los bombardeos rusos no cesaban y, a la vez, eran incapaces de arrebatar completamente la sonrisa de los defensores. «Una vez creamos una especie de salón de belleza, y otra hice desfiles por la semana de la moda. Así es como nos entreteníamos». Hasta que una bomba enemiga penetró en el lugar donde ella se encontraba. « No podía respirar, algo pesado había caído sobre mí . Estaba muy enfadada y creo que esa ira, esa adrenalina, me salvó. Al principio pensé que estaba cubierta con bolsas de arena pero, al volverme, comprendí que eran cadáveres de la gente con la que estaba hablando hacía pocos segundos».«Nos odiaban muchísimo» , afirma María sobre la actitud de los carceleros rusos. Después de pasar por la prisión de Olenivka -donde en julio de 2022 fueron asesinados en un ataque ruso más de 50 prisioneros de guerra ucranianos que habían participado en Azovstal-, fue trasladada a una prisión de Donetsk. «Fue ahí donde comenzó mi infierno», subraya.«Mi primer interrogatorio duró más de 24 horas. Durante ese tiempo, estuve sentada en la misma silla. No podías dormir, ni comer, ni ir al baño, ni beber », recuerda. Las descargas eléctricas eran una constante. «Cuando perdía el conocimiento, me echaban agua para que volviera en mí. A veces era demasiado doloroso, luego horrible, luego terrible, y luego no sentías nada. Tu cuerpo ya no lo soportaba y simplemente no oías», relata. María practica deportes de riesgo y afirma que soporta bien el dolor. Eso le ayudó durante el calvario de la prisión rusa. Incluso una vez rompió a sus propios torturadores lanzándoles una sonrisa. «Primero pensaron que era muy fuerte, y luego, después de perder el conocimiento, empecé a reír y pensaron que estaba loca. Me llamaron Harley Quinn. De hecho, es uno de mis personajes favoritos», explica con una sonrisa refiriéndose a una de las villanas del cómic \'Batman\'.Sadismo de los torturadoresEn algunos de los interrogatorios había varios prisioneros juntos. «A veces simplemente no necesitan información, simplemente te eligen para golpearte, para torturarte . Pueden llevar a cinco, siete o diez personas a la sala y golpear a varias a la vez. Vi cómo torturaban a algunas personas, y lo disfrutaban mucho», apunta la soldado ucraniana. La ONU ha denunciado en varias ocasiones la tortura sistemática de los prisioneros de guerra ucranianos en cautividad rusa. El Gobierno ucraniano ha solicitado en numerosas ocasiones un intercambio total de prisioneros de guerra en el marco de las negociaciones. Rusia nunca ha aceptado.María, que logró volver a casa el 6 de mayo de 2023, estuvo durante meses recluida en una celda de 20 metros con otras 23 mujeres. «Para mí esto fue lo más difícil. Fue terrible, era como quemarme viva. No quería escuchar a nadie... solo el silencio». Las secuelas de lo vivido se mantienen, pero su fortaleza y su sonrisa siguen intactas.

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