Mujeres de hoy

Garance Doré cumple 50 años: "Tuve un prometido que no me tocaba ni con un palo y se negaba a pagar nada porque yo 'era rica'"

Cincuenta años no es una edad cualquiera. El número que, para muchas, puede sonar como un hito monumental, a menudo rodeado de expectativas, presiones y, por supuesto, crisis existenciales ha sido para Garance Doré, empresaria e influencer, una oportunidad para la reflexión. En una newsletter dirigida a sus seguidores, Garance Doré se despoja de aditivos y, sin miedo a la crítica, se muestra vulnerable al dar cuenta de que no hay caminos rectos, ni destinos perfectos, solo giros inesperados que nos llevan a ser quienes realmente somos.

"Mientras te escribo, es primero de mayo y acabo de cumplir 50. Recuerdo que cuando era joven, la gente mayor me decía que no querría volver atrás. Creo que, en el fondo, nunca les creí del todo. Pero ahora que he llegado, sana y salva, puedo decir que lo entiendo", reflexiona en su web cosmética donde alaba envejecer ("es fabuloso"). No se refiere a la apariencia física. Hace tiempo reconoció el uso de tratamientos invasivos para conservar la apariencia de una piel joven y no se arrepiente de ello. "No voy a mentir, me halaga muchísimo que me digan que no aparento mi edad, y espero que siga así. Creo que tiene que ver con la calidad de mi piel, pero también con mi forma de vestir, mi forma de reír, mi onda. Tengo arrugas y mis manos ya no lucen como antes, pero en general, me siento con energía y frescura", confirma.

Su admiración por el envejecimiento radica en el crecimiento personal, ese que, como confiesa Garance Doré, te dicen pero no te crees porque piensas que es un consuelo ante la pérdida de juventud. "Me dijeron que, con la edad, te vuelves transparente. Todavía no lo he sentido", confiesa en Doré. Aunque si que podemos decir que ha alcanzado esa transparencia en la carta a sus lectores. "La ventaja de tener tu crisis de la mediana edad a los 40 es que para cuando llegas a los 50, hace falta mucho para que te entre el pánico. Yo cumplí 50 el jueves, y el día anterior levanté una copa por mis caóticos cuarenta. 3653 días, y ninguno de ellos se comportó", arranca la carta.

La crisis a los 40 de Garance Doré

De una relación desastrosa a una década de búsqueda personal, de los fracasos profesionales a los descubrimientos espirituales (y todo lo que hay en el medio), la historia de Garance Doré es la crónica de una mujer que no se ha dejado atrapar por los convencionalismos. "Mis cuarenta años comenzaron con una relación desastrosa, del tipo que hace que tu terapeuta levante una ceja y diga 'hhhmm'. Mi prometido no me tocaba ni con un palo de tres metros y se negaba a pagar nada porque yo 'era rica'. Y como una mala relación te da malas ideas, intentamos tener un bebé juntos, una idea tan claramente equivocada que ahora se siente más como un giro de la trama que como un plan de vida", cuenta sin tapujos.

La relación acabó mal y el éxito como icono de estilo que era le acabó agotando. Cambió radicalmente de vida. Dejó aparcado el universo de la moda para hacer introspectiva a través del yoga en Los Ángeles. Muchos retiros después, Garancé Doré seguía sintiéndose perdida en la vida. "Buenas noticias, no me uní a una secta. En cambio, me culté a mí mismo en una depresión tratando de manifestar una vida perfecta. Eventualmente, me rendí, no al universo, sino a los antidepresivos. Funcionaron, y salí del otro lado con la mente clara y la nueva comprensión de que Los Ángeles no era, para mí, el refugio de paz y bienestar que había imaginado", confiesa.

La imperfección de su vida le mostró la auténtica magia de vivir. Porque envejecer no significa perderse, sino redescubrirse y abrazar las contradicciones, los errores y las victorias pequeñas que, al final, son las que realmente nos hacen sentir vivos. "La culpa (¡he vivido sin pensar!), la vergüenza (¡Ella no lo tiene todo!) y la ciencia (¡POR QUÉ NO, tenemos tecnología!). Coqueteé con la fecundación in vitro, jugué con el destino y repasé todos los clichés de la mujer que florece tarde y que tal vez quiera un bebé, pero también tal vez quiera... Simplemente ser", escribe Garance Doré.

En sus 40, la crisis existencial también le hizo deambular de hogar en hogar, de trabajo en trabajo y de proyecto vital en proyecto vital. Pero, aún con todo, se confiesa dichosa. "De verdad, he sido feliz sin hijos. He sido feliz descubriendo el mundo a través de vivir en cada lugar, dándole tiempo a todos estos paisajes y a todas estas culturas. He sido feliz besando ranas y llorando/riendo sin cesar con mis amigos. He sido feliz a través de los altibajos de mi carrera y las humillaciones silenciosas. He sentido alegría y dolor, me he sentido abarrotada y me he sentido tan, tan, tan sola. He sido egoísta y mezquina. Pero también he sido abierta, valiente, generosa y amable. He construido una vida en mis propios términos. He conocido a personas maravillosas en el camino. He profundizado los vínculos, con los demás y conmigo mismo. He sido feliz, porque he estado muy viva", continúa en su carta.


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Fuente:https://www.telva.com/celebrities/2025/05/05/6818a1a402136ecb068b4586.html

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