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En el día de San Camilo, Stanovnik rescató la humanización en la atención médica

Esta mañana el Arzobispo de Corrientes presidió la Santa Misa en honor al Patrono de los enfermos y del Hospital Escuela. Por segundo año consecutivo fue de forma virtual por las restricciones sanitarias.

Monseñor Andrés Stanvonik celebró la Eucaristía en el auditorio del Hospital Escuela, como todos los años, con el acompañamiento de la réplica de la imagen de la Virgen de Itatí, un reducido número del personal y fue transmitida por redes sociales en el marco de la pandemia.

En su Homilía, Stanovnik puso de manifiesto la vida de San Camilo de Lelis y lo describió “la historia da cuenta de la juventud disipada y convulsionada de Camilo, y de su temperamento rebelde y agresivo. Una llaga en la pierna lo obliga a ir al hospital. Allí se enfrentó al dolor, experimentó la condición penosa en la que se encontraban los enfermos, y oyó la palabra oportuna de un fraile capuchino, que le dijo: «Hermano mío, todo pasa, todo es vanidad. Sólo a Jesucristo, quien nos ha rescatado con su sangre, vale la pena consagrar la vida». Esto lo conmovió profundamente, lo hizo pensar y cambiar de vida. Desde entonces se quedó con los enfermos y vivió para ellos. El secreto de su elección y también de su felicidad fue hacerlo por amor de Dios”.

En este sentido sostuvo que San Camilo “veía en el enfermo a Jesús que sufre. Como Jesús, también él se acercaba amorosamente a los enfermos, los deformes, los mudos y los ciegos, ofreciéndoles al mismo tiempo el alivio de la medicina y el consuelo de la bendición. Excelente síntesis de la humanización en la atención médica: profesionalidad y humanidad en el servicio al paciente, que continúan siendo hoy para nosotros un ejemplo, una invitación y una llamada que nunca pierde actualidad. Cuántos hermanos y hermanas enfermos que transcurren muchos días aislados por causa del Covid-19, o porque sus familiares son pobres y están lejos, necesitan una buena atención profesional, y al mismo tiempo, una palabra, un gesto de cercanía, que los reconforte en sus penas”.

“Aquí deseo reconocer y agradecer a la Familia Camiliana Laica, cuyo nacimiento se remonta a seis años antes de la fundación de Corrientes, por su entrega a las obras de misericordia corporales y espirituales con los enfermos, y por ayudarnos a tomar conciencia de la importancia que tiene la persona del enfermo, de acuerdo con los valores humanos y evangélicos. Al mismo tiempo, reconocer la historia que están escribiendo médicos, enfermeros y enfermeras, personal de servicio y tantos encargados que mantienen activo este importante centro de salud, en una eficiente red de coordinación con tantos otros centros de nuestra capital y de toda la provincia. A esto se suma la oración de mucha gente, que diariamente ofrece su plegaria y su sacrificio por los enfermos y por aquellos que los cuidan”, resaltó Stanovnik.

Para concluir, Monseñor instó a renovar la fe “nuestra adhesión a Jesús, como el sarmiento unido a la vid, para dar fruto. Dejemos que su Palabra cale hondo en nuestra vida: “Yo soy la vid, ustedes los sarmientos. El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto”. San Camilo le creyó a Jesús y descubrió que la poda que sufrió a causa de esa llaga incurable en su pierna, fue una providencial ocasión para una vida nueva, plena de sentido, de paz y de alegre entrega a sus hermanos y hermanas enfermos. Pudo refregarse los ojos y ver lo que antes no veía: el rostro de Cristo en el que sufre. Pidamos la gracia de ver con los ojos de la fe, la fortaleza de soportar la poda para amar más, una excelencia profesional en aliviar y curar, y la audacia de dar testimonio audaz y creíble de Jesús, médico de los cuerpos y de las almas. ¡Tierna Madre de Itatí, ruega por nosotros!”.

¿Quién fue San Camilo?

Nació en Abruzos (Italia) en 1550. Siguió la carrera militar, igual que su padre. Le apareció una llaga en un pie, que lo hizo dejar la carrera de las armas e irse al Hospital de Santiago en Roma para que lo curaran. En el hospital de Roma se dedicó a ayudar y atender a otros enfermos, mientras buscaba su propia curación. Pero en esa época adquirió el vicio del juego.

Fue expulsado del hospital y en Nápoles perdió todos los ahorros de su vida en el juego, quedando en la miseria.

Tiempo atrás, en un naufragio, había hecho a Dios la promesa de hacerse religioso franciscano, pero no lo había cumplido. Estando en la más completa pobreza se ofreció como obrero y mensajero en un convento de los Padres Capuchinos, donde escuchó una charla espiritual que el padre superior les hacía a los obreros, y sintió fuertemente la llamada de Dios a su conversión. Empezó a llorar y pidió perdón por sus pecados, con la firme resolución de cambiar su forma de actuar por completo. Tenía 25 años.

Pidió ser admitido como franciscano, pero en el convento se le abrió de nuevo la llaga en el pie, y fue despedido. Se fue al hospital y se curó, y logró que lo admitieran como aspirante a capuchino. Pero en el noviciado apareció de nuevo la llaga y tuvo que irse de allí también. De nuevo en el hospital de Santiago, se dedicó a atender a los demás enfermos, por lo que fue nombrado asistente general del hospital. Dirigido espiritualmente por San Felipe Neri, estudió teología y fue ordenado sacerdote. En 1575 se dio cuenta que ante la gran cantidad de peregrinos que llegaban a Roma, los hospitales eran incapaces de atender bien a los enfermos que llegaban. Fue entonces que decidió fundar una comunidad de religiosos que se dedicaran por completo a los hospitales.

San Camilo trataba a cada enfermo como trataría a Nuestro Señor Jesucristo en persona. Aunque tuvo que soportar durante 36 años la llaga de su pié, nadie lo veía triste o malhumorado. Con sus mejores colaboradores fundó la Comunidad Siervos de los Enfermos el 8 de diciembre de 1591. Ahora se llaman Padres Camilos. Murió el 14 de julio de 1614, a los 64 años.

HOSPITAL ESCUELA SAN CAMILO ANDRÉS STANOVNIK

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