José Delgado vive hace dos años en Estambul, donde estudió un Máster en Economía Política; El correntino contó cómo vivió las primeras horas después del intento de golpe de Estado.
José Delgado renunció a la empresa donde trabajaba en enero pasado. Terminó su tesis de la Maestría de Economía Política en la Universidad de Estambul a comienzos de año y ya planeaba su salida de Turquía, después de casi dos años en ese país, adonde fue a estudiar con una beca. Notaba que la crisis política del presidente Recep Tayyip Erdogan se agudizaba y temía por cómo podía terminar. Por cuestiones burocráticas, José sigue hoy a la espera de la aprobación de su tesis, todavía en Estambul. Por eso, cuando un amigo recibió un llamado con la alerta de un intento de golpe de Estado en curso en Turquía, no se sorprendió.
"Yo estaba en Sultanahmet, el Old Town de Estambul, la zona más turística. Estaba con unos amigos, en una típica cena turca, tomando raki y comiendo pescado con frutos. A un amigo lo llaman y le dicen: «Che, hay un golpe de Estado». Pagamos y nos fuimos", cuenta el joven correntino, de 29 años. Pero, una vez afuera, después de que un sector del Ejército anunció un intento de golpe de Estado, y mientras Erdogan llamaba a la resistencia a través de FaceTime (la aplicación de videollamadas de Apple), se toparon con que prácticamente no había transporte público ni taxis por la situación. Regía la ley marcial.
"Logramos que suban dos amigas nuestras a dos colectivos que las dejaban cerca de sus casa. El chofer te controlaba qué llevabas", señaló. Él, con tres amigos, en tanto, caminaron cinco kilómetros hasta su casa, una residencia universitaria en el barrio de Besiktas.
"Vivo a unos 700 metros del palacio Dolmabahce, que funciona como la oficina del primer ministro desde Estambul. Tuve que pasar cerca de ahí. Vimos sobrevolar aviones de las Fuerzas Armadas, helicópteros, escuché bombardeos. Estaba medio tensa la situación", cuenta. Sin embargo, destaca que en esos cinco kilómetros de caminata vio a la gente "bastante calmada".
"Solamente había gente caminando, tratando de volver a sus hogares. Si entrabas a un supermercado, una pizzería, te decían que salieras. Cerraba todo", dijo. Después de la incertidumbre del primer momento, la gente comenzó a salir a las calles, especialmente a la emblemática plaza Taksim, la mayoría en contra del golpe.
José quiere ir hasta allí para ver qué está sucediendo, pero en la residencia, apenas entraron, les recomendaron que no volvieron a salir. "Estoy con unas ganas enormes de salir. Vivo a quince minutos de Taksim, caminando. Me gustaría ir y ver desde lejos, aunque dicen que está llegando mucha gente para protestar y es probable que haya enfrentamientos. Todos mis amigos me dicen que me quede", expresa.
"Nuestra principal preocupación es ir a comprar agua porque si esto se extiende, probablemente no abran mañana los supermercados", agrega, todavía analizando la situación.
"Se venían tiempos difíciles"
Apenas llegó a la residencia, después de quedarse sin batería durante su caminata, lo primero que hizo José fue transmitir tranquilidad a través de las redes sociales. "Estoy bien en casa", fueron sus primeras palabras. Y luego agregó: "Se venían tiempos difíciles, lo sabíamos". Lo hizo desde su computadora, desde la cual puede burlar los bloqueos a las redes sociales. Desde allí también logra mantenerse informado.
José explica la crisis a partir de cuatro ejes: el conflicto del gobierno con los kurdos, que empeoró en los últimos meses; el enfrentamiento con Estado Islámico, que derivó en sangrientos atentados; la crisis diplomática con Rusia, que terminó justamente el mismo día del atentado en el aeropuerto de Estambul; y el intento de "islamización" del presidente Erdogan, quien ya ha sufrido en 2014 una serie de protestas en su contra, por el tinte autoritario de su gobierno.
Por todo esto, este joven correntino, que destaca a Estambul como una ciudad "maravillosa", cree que su estadía en esa ciudad se terminó y que, de hecho, fue más extensa de lo planeado originalmente. Ahora está buscando su próximo destino, después de venir algunos meses a la Argentina para reencontrarse con su gente. Al cortísimo plazo también tiene un plan: no dormir esta noche y seguir a través de las redes sociales y las noticias qué pasa en el país que lo albergó en los últimos dos años. La Nación