Opinión del Lector

El Kun, un crack desfachatado

Dijo mucho Pep Guardiola con las lágrimas que le brotaron espontáneas en medio de la entrevista al final del partido. Y trató de traducir, como pudo, con palabras entrecortadas, sus sentimientos: “Lo queremos mucho, es una persona especial para todos nosotros. Es muy buena persona. Él me ha ayudado mucho. No lo podemos reemplazar. Hay varios jugadores que han dejado todo y Agüero entre ellos. Ha dejado su legado. Demostró toda la calidad que tiene en sólo veinte minutos”.

El Kun Agüero entró cuando el Manchester City ganaba 3-0 al Everton, con el partido liquidado. En una de las primeras pelotas que tocó, sacó de paseo a un defensor que quedó dando vueltas como un trompo y trajo el recuerdo de aquel golazo en un clásico de Avellaneda, con la triple gambeta a Diego Crosa. Después, con un toque sutil y brillante de derecha, obligado porque la pelota le había quedado medio incómoda, marcó el cuarto gol de su equipo. El festejo se hizo montaña celeste porque todos los compañeros corrieron a tributarle el homenaje que emocionó a las 10 mil personas presentes en el Etihad y a los millones que lo seguían por la televisión. Cuando entró fueron muchísimos los que rogaron para que hiciera un gol, para que se despidiera como el Dios Fútbol manda. No hizo un gol, hizo dos, porque enseguida fue a buscar por el medio un centro que le tiraron desde la derecha y con un giro en el aire y un perfecto cabezazo clavó la pelota contra un poste. En los pocos minutos que quedaban, engolosinado, fue a buscar el tercero de su cosecha y casi lo logra con un zurdazo tremendo y un cabezazo abajo que no se concretaron por las excelentes atajadas del arquero del Everton.


En la ceremonia de su despedida que empezó un rato más tarde le dieron para que sostuviera la copa ganada por su club y demoraron, por razones de organización, su entrada triunfal. El hermoso trofeo mide poco más de un metro y pesa más de 25 kilos, lo que le hizo decir “dale que pesa la copa, boludo”, en un tono atorrante, propio del estilo de su juego desfachatado.

Agüero llegó al City en julio de 2011. Habían pagado 35 millones de euros por su pase. En la última jornada de su primera temporada marcó un gol sobre la hora que le dio el título al club tras 44 años de sequía. Suficiente para meterse en el bolsillos a todos los hinchas. En la temporada 2014-15 ganó el Botín de Oro de la Premier League y en noviembre de 2017 se convirtió en el máximo goleador de la historia del Manchester City. Ganó 15 títulos, es el máximo anotador no-inglés en la historia de la competencia y tiene el récord de más hat-tricks logrados en la Premier League. Pero más allá de los números que impresionan, siempre dejó todo en la cancha y desplegó su abanico de virtudes para hacerse merecedor de la fiesta de cierre. Y más que eso, del modo en que sus compañeros le festejaron el primero de sus goles.

En el fin de semana sin fútbol, los hinchas argentinos que vieron el partido tuvieron una doble compensación con el festival de juego luminoso del Manchester City y la memorable despedida del Kun.

Autor: Juan José Panno

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