Interior

Cenecín: El saber no implica el vivir

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El obispo de Goya, monseñor Adolfo Canecin, predico en el Encuentro – Retiro de Catequistas y Agentes de Pastoral, que se realizo en el Instituto Santa Teresa de Jesús y, reflexionó acerca del tiempo cuaresmal, indicando que: “el saber no implica el vivir”, por lo cual resaltó “la actitud” con la que se afronta la vida. La animación estuvo a cargo del grupo “Cristo mi Música”.

 

En este sentido, el prelado tomó el texto del Éxodo para señalar que el pueblo de Israel no fue capaz de pagar el precio de su libertad. “Éramos esclavos, pero teníamos agua, puchero y cebolla”, decían. Identificó entonces al pueblo argentino de hoy con el de Israel de aquellos tiempos. “Como argentinos también teníamos muchas cosas pero, ¿estamos dispuestos a pagar –como los israelistas- el precio de la libertad? ¿O prefiero una vida mediocre siendo esclavo?”, interrogó.



Las palabras del pastor diocesano Adolfo Canecín se enmarcan en el Encuentro – Retiro que mantuvo con los catequistas de Goya, Santa Lucía, Lavalle y del municipio de San Isidro, entre otros, en el Instituto Santa Teresa. Durante la mañana, la oración inicial y la animación estuvo a cargo del grupo “Cristo mi Música”. También se realizó la “adoración a la Cruz”. Entre los sacerdotes se noto la presencia del Vicario General de la diócesis presbítero Juan Carlos López, el padre Lisandro Pittón, Federico Jara entre otros párrocos, asimismo, la hermana Martha Pelloni de la comunidad de las Hermanas Carmelitas Misioneras Teresianas.

 

En su reflexión de tinte cuaresmal utilizó como eje la figura del desierto y los 40 días de oración y privaciones que pasaron, Moisés por su parte y el profeta Elías, por otra, para ser admitidos a la misión de Dios. Jesús, en tanto, ayunó también 40 días en el desierto para prepararse para su misión. Está claro que este número, el 40, tiene especial importancia y significado en la Biblia dado que aparece relacionado con la idea de purificación y preparación, vinculadas a la idea del desierto.



“La figura del desierto, con su silencio y soledad, es ámbito propicio para la oración y el encuentro con Dios. Allí emergen los aullidos de la carne”, mencionó Canecín. El texto de San Marcos sostiene que el Espíritu Santo “lo empujó (a Jesús) al desierto y permaneció allí”. Con este último verbo y en orden a las actitudes, contrapone el obispo la permanencia, la constancia de Jesús, a los múltiples escapismos del hombre.“¿Quiero salir de mis esclavitudes? ¿O prefiero una vida mediocre siendo esclavo? El pueblo de Israel no fue capaz de pagar el precio de la libertad; y el camino a la libertad exige la prueba, el sacrificio…”, agregó.



Tantos suelen ser nuestros escapismos que, cuando nos encontramos con el  Señor “le muestro mucho la periferia”, pero “Él quiere llevarnos al desierto para conocer lo profundo”, el corazón. Los catequistas tienen que ser capaces de ayudar a los catecúmenos a pasar del saber al sentir; llegar al corazón para que puedan vivir la fe en profundidad, indicó Canecín en su charla.



Tras sus palabras hubo tiempo para la oración personal y, posterior al almuerzo, continuó el encuentro que concluyó con la Santa Misa alrededor de las seis de la tarde.-

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