Política

Blanco y Ausente: la dupla electoral que gana fuerza en todo el país

En Córdoba capital se registró la participación más baja desde el retorno de la democracia. Qué sucedió en el resto de las provincias y por qué se extiende esta tendencia.



«Fue baja pero es una tendencia que se repite en todo el país». El saldo de las elecciones en Córdoba da cuenta de un fenómeno que se extiende transversalmente en las elecciones provinciales y municipales desde 2021: la merma de la participación, el ausentismo y la apatía. Las declaraciones citadas son de la jueza electoral Marta Vidal que este domingo a la noche confirmó que la asistencia a los centros de votación en Córdoba capital alcanzó apenas el 61%, la más baja desde el retorno de la democracia.



Las cifras se repiten en todo el territorio nacional. En las PASO de Santa Fe la participación electoral superó apenas el 60%: fue de 63,64%, el dato más bajo desde que en 2011 empezaran a correr las Primarias Obligatorias. La caída es notoria si se la compara con los mismos comicios de 2019, donde la participación cerró nueve puntos más arriba, por sobre el 71%. El dato curioso lo aporta que el padrón de personas privadas de su libertad tampoco acudió a votar en masa, lo hizo apenas un cuarto de los habilitados para sufragar.



En tres de las provincias que eligieron gobernador este año, la participación no superó el 70%: Río Negro (68,15%), Córdoba (68,27%) y Salta (69,46%). En Corrientes, donde las elecciones fueron legislativas, la cantidad de personas habilitadas que concurrió a las urnas se clavó en los dos tercios: 66% del padrón.



La primaria en el Chaco fue una de las que despertó mayores alarmas en el peronismo: con solo un 62,93% de votantes, se impuso el macrismo que entre sus dos listas sumó el 42,66% de los votos. En el 2019 la participación fue de 10 puntos más y Jorge Milton Capitanich cosechó entonces 49,49% de los votos, un guarismo muy lejano a sus actuales 36,86%.



«Hay oleadas en las tendencias de participación en Argentina. Hoy estamos entrando en una nueva. Si ves la tendencia, hay momentos: primero fue el 2003, se recuperó -leve- en 2007 y recién tuvo su punto máximo en 2011. Desde entonces, se mantuvo un nivel alto, normal para nuestros niveles. Post pandemia, y en la circunstancia histórica que vivimos, lo que tenemos es una crisis de representación», explica a este medio Sebastián Parnes, investigador asociado del CICAD.



«Aparecen varios fenómenos, como candidatos antisistema, discursos extremos, y también la apatía. El ausentismo es uno de esos factores. Pero, a diferencia del 2003 cuando cae mucho en todas las provincias, acá no tenemos una tendencia clara todavía: hay una caída, pero no tan severa. Solo queda ver qué sucederá en las elecciones nacionales», agrega el investigador. «Uno tendería a presuponer que ahí la participación subiría: 1) hay una interna competitiva (en Juntos por el Cambio), 2) la primera apuesta nacional de un candidato antisistema (Milei), y 3) la movilización del aparato peronista que se encolumna con Massa, pero también hay una campaña fuerte desde el sector kirchnerista disgustado con él (Grabois)», añade.



En nuestro país, el registro histórico da cuenta de que la participación en las elecciones ejecutivas nacionales siempre se ubicó por encima del 70%: tuvo su techo en el 83 con el retorno de la democracia, en donde un 85% del padrón acudió a las urnas, y su piso mínimo en las PASO de 2011 con un 76,18%. En 2019, la última vez que se eligió presidente, un 80% del padrón ejerció su derecho al voto. «En resumen, el ausentismo es un factor producto del hastió con la política y la representación que da el sistema. No es el único. Pero sí el que más deberia llamar la atención a toda la dirigencia política en su conjunto», señala Parnes.



Otro de los fenómenos más llamativos, tal como reseña ElDiario.ar, es el aumento del voto en blanco. En Tierra del Fuego, fue de 21,07% y salió tercero, en San Luis también se ubicó en el podio y alcanzó el 13,55% , Jujuy tuvo 11,80%, casi dos veces y medio más que en 2019 y en Chaco tocó los dos dígitos y se ubicó en el 10,86%. En Río Negro, en las elecciones de abril, se multiplicó por seis, pasando de 1,3% en 2019 a 6,7%.



Parnes destaca: «Acá juegan otras cosas, además del hastío con el sistema político. También es importante la forma de votación: qué actores están en juego, cómo se vota, y el momento en que se vota. Por ejemplo, podemos esperar que elecciones en distritos que tengan una boleta larga (como PBA) exista un voto en blanco producto del error: el elector corta una parte de la boleta, pero no la completa con otro sector, entonces deja en blanco en esa categoría; o, como es CABA, el voto en blanco se vea afectado con el voto cruzado».

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