México ha sido por años la ruta para que millones de migrantes lleguen a Estado Unidos en la búsqueda del sueño americano, pero muchos lo único que encuentran en el camino es la pesadilla de los cárteles de la droga, que los extorsionan, secuestran, someten a esclavitud laboral y sexual o los asesinan.
La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) —la principal organización intergubernamental en el ámbito de la migración— cifra en 12,2 millones el número de personas que cada año tratan de cruzar la frontera norte de México para encontrar un empleo que les permita enviar dinero a sus países de origen.
En los últimos años, los migrantes se han convertido en víctimas fáciles de los cárteles mexicanos de la droga y ahora corren un riesgo más: la política migratoria del próximo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien no solamente busca cerrarles el paso sino deportar a más de 11 millones de personas.
El padre Alejandro Solalinde Guerra, un reconocido activista mexicano por los derechos migrantes, advierte que el efecto Trump tendrá dos graves consecuencias: la criminalización del migrante centroamericano en México y el fortalecimiento de los cárteles narcos, que sacarán provecho de las personas que queden varadas en la frontera.
Además de al menos 5.000 migrantes africanos y haitianos en albergues en el norte de México que buscan llegar a Estados Unidos, en Tapachula, Chiapas (Sureste), hay alrededor de 200 cubanos varados, a los que tomó en este lugar la cancelación de la ley "pies secos, pies mojados", así como ocho hondureños detenidos durante los saqueos por el gasolinazo.
"Desgraciadamente ya están empezando brotes de criminalización contra los migrantes. Ahorita el foco está en Tapachula, al menos ocho migrantes hondureños que vieron la revuelta al parecer participaron en los saqueos, aunque la mayoría no hizo nada. Pero el presidente municipal empezó una campaña xenofóbica contra los migrantes al acusarlos de que ellos son los que estaban provocando la violencia y está haciendo una cortina de humo para ocultar el verdadero motivo para la violencia", señaló el padre Solalinde en entrevista con Infobae.
El hilo más débil
Solalinde Guerra denunció que a los ocho hondureños presos se los está "acusando de todo tipo de delitos", sin que ninguna autoridad migratoria intervenga en su favor.
A su juicio, es necesario que el gobierno mexicano tome acciones para la defensa no sólo de los 3 millones de mexicanos que podrían ser deportados por Trump sino también de aquellos que queden varados en territorio azteca, pues los mayores beneficiados en los dos casos pueden ser cárteles del narcotráfico como Los Zetas y El Golfo.
La falta de oportunidades de trabajo en México y las estrictas medidas migratorias, dijo, pueden influir para que en lugar de esclavizar personas, muchos migrantes ya se unan voluntariamente a estos dos cárteles —que son los que tienen mayor presencia en las zonas de paso hacia EEUU— y ayuden a que tengan un resurgimiento, ahora que ya estaban debilitados por el asesinato o encarcelamiento de sus líderes.
"Los cárteles se van a ir para arriba. Hay que imaginar: los migrantes sin trabajo, sin un lugar a dónde ir. Van a ser caldo de cultivo para los cárteles, se van a ir para arriba, sobre todo aquellos que ya han estado haciendo inclusión de migrantes, como Los Zetas y Los Golfos, lo que se convierte en un problema para México, Centroamérica, Estados Unidos y Canadá", dijo a Infobae.
"De Los Zetas ya nada más quedaban 'zetitas' y 'zetones', pero ahora van a tener que hacer una nueva conformación a través de los migrantes centroamericanos y mexicanos desempleados, va a haber más violencia e incertidumbre", agregó el activista, fundador del albergue Hermanos en el Camino, de Ixtepec, Oaxaca (Sur), que sirve como un lugar de descanso donde los migrantes pueden dormir y comer en su travesía a la frontera.
En 2012 tuvo que abandonar temporalmente el país luego de recibir amenazas de muerte por la labor que realiza. Actualmente los mexicanos lo reconocen como uno de sus líderes morales.