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Mujeres de hoy

Graciosa, bondadosa y pilla, así era Marisol según el documental que repasa la vida de Pepa Flores

Su nombre era Pepa Flores hasta que a los 10 años fue a Madrid para actuar ante Franco. El sobrenombre que le atribuyó el que se convertiría en su productor, Manuel Goyanes, fue un fenómeno de masas que cautivó a España y Latinoamérica, pero un yugo para su pequeña persona. Aquella niña prodigio malagueña a la que hasta cuatro generaciones conocen como Marisol solo recuperó su identidad y su libertad a la edad adulta, cuando con 35 años se distanció para siempre de micros y de la gran pantalla.

Este próximo 10 de mayo se estrena en cines el documental Marisol, llámame Pepa, donde se hace un repaso de su vida, su influjo y su condición de icono, tanto para las niñas y jóvenes criadas durante la dictadura como para aquellas que se revelaron contra el machismo en la Transición.

"Ser un mito no se elige. Es la mirada de los otros lo que convierte a algunas personas en un espejo en el que mirarse. Y eso es para mí Marisol-Pepa Flores, un mito que me ha ayudado a entender de dónde vengo, y cuál fue el pasado de las que me precedieron. Este personaje totémico es capaz de representar como ningún otro, a todas las mujeres de este país", argumenta la directora de la película, Blanca Torres.

Su acercamiento riguroso a la figura de la cantante y actriz cuenta con los testimonios de su hermana, Vicky Flores, la cantante Amaia, la escritora Elvira Lindo, la coreógrafa y bailaora Cristina Hoyos, la política Cristina Almeida, la periodista Nativel Preciado y el presidente de la Academia de Cine, Fernando Méndez-Leite, entre otros.

Un rayo de luz en la pesadilla de la posguerra

En 1959, el grupo de Coros y Danzas del que formaba parte la pequeña Josefa Flores viajó a Madrid. Alertado por una de sus hijas, el productor Manuel Goyanes se asomó a verla en el televisor de su casa y conquistado por su desparpajo y su chispa, se desplazó a Málaga para convencer a su humilde familia de que la dejaran instalarse en Madrid para lanzarla al estrellato.

Así fue. El estreno de su primera película, Un rayo de luz (Luis Lucia Mingarro, 1960) arrojó una sensación de novedad y de júbilo en un presente en blanco y negro, y la catapultó a la fama. En palabras de Elvira Lindo, "era graciosa, bondadosa, inteligente y pilla. Marisol era la alegría que entró en el cine, el color que entró en España".

A aquel éxito le siguieron otras 11 películas que se vieron en Chile, Argentina, Costa Rica, Uruguay, Brasil, México, Guatemala, Ecuador, Salvador, Colombia, Perú, Panamá y Puerto Rico. Marisol estuvo en Hollywood, Filadelfia y Nueva York, y fue invitada al Show de Sullivan, un hito muy conveniente para el régimen franquista, porque modernizaba la imagen de un país pacato.

Su estela se nutría de mercadotecnia muy innovadora para su época. Hubo una muñeca llamada Marisol, un club de fans, álbumes de cromos y una revista, insignias y banderines. La niña contestaba a las cartas de sus admiradores y se tomaba fotos con todo el que se le aproximaba.

Amaia, que interpretó en la ceremonia de los Goya 2020 la canción que Augusto Algueró compuso para la película Ha llegado un ángel, cuenta a lo largo del metraje que empezó a cantar por ella: "Le copiaba los gestos, hasta las caras que ponía, incluso cuando movía la mandíbula. Siento que ha marcado mi personalidad".

Pero el ritmo de trabajo y promoción la terminó quebrando en la adolescencia. Como comparte su hermana, los rodajes se empalmaban con las giras. Marisol pasaba meses fuera de casa, trabajando todos los días. "Se le cerró la garganta y no podía cantar. Tuvo que dar clases de solfeo con un profesor de canto para poder abrir las cuerdas vocales. Cuando recuperó su voz, el cambio era evidente, su tono ya era grave".

Pepa Flores

Se casó con el hijo de su productor, con el que había convivido como una hermana

El 16 de mayo de 1969 se casaba con Carlos Goyanes, uno de los hijos de su productor, junto al que había estado conviviendo su infancia y adolescencia. A Nativel Preciado, que estaba estudiando políticas y periodismo entonces, le tocó cubrir las concurridas nupcias. Asegura que Marisol estaba triste ese día.

Al contraer matrimonio pasaba de la propiedad del padre al de su vástago. En la España de entonces, las leyes obligaban a la mujer a supeditarse a su marido. Para abrir una cuenta bancaria, para conducir, para iniciar un negocio o sacarse el pasaporte era necesario el visto bueno masculino.

Así lo declaró la prometida en una entrevista. Una vez casada, trabajaría si así lo quería su esposo: "Si él dice que no, pues no, y se terminó todo definitivamente. Prefiero renunciar a los contratos más fabulosos antes de que el otro se enfade".

Cuando se separó, solo tres años después, admitió no haber estado nunca enamorada y rompió su contrato con Goyanes, del que se había sentido largos años prisionera. "Desde que me casé mi cabeza no hacía sino maquinar qué haría cuando fuera libre. Y hasta que no tuve todo planeado no rompí con todo", compartió. Pepa solo quería dinamitar por siempre la imagen de la niña rubia de ojos verdes y trenzas para empezar de nuevo y demostrar su valía como actriz.

Marisol, Pepa Flores

"Marisol fue un personaje de ficción encarnado por una niña prodigiosa que se convirtió en el modelo femenino omnipresente de todas las niñas del tardofranquismo, a las que, como a Marisol, les costaría mucho dejar atrás su rol infantil y ser tratadas como adultas de pleno derecho", reflexiona la directora del documental

De la Sección Femenina al desnudo en portada de Interviú

En un cuarto de siglo, Marisol pasó de los coros y danzas de la Sección Femenina del franquismo a convertirse en una de las primeras militantes comunistas; de ser retratada en las revisas como la ama de casa ideal, delantal y aspiradora en ristre, a casarse en La Habana con un bailarín contestatario, Antonio Gades, en una ceremonia de la que fueron padrinos Fidel Castro y la gran bailarina cubana Alicia Alonso.

Tras su divorcio de Goyanes y la presión constante de los medios, Marisol había perdido la ilusión. Conocer a Antonio Gades la abrió a la conciencia social y la expuso al odio, porque el bailarín estaba casado con la tonadillera Marujita Díaz. Por la calle le gritaban "puta" y había pintadas llamándola adúltera.

"Esa Marisol que por mucho franquismo en vena que se le inculcara tenía una rebeldía enorme, encuentra en Antonio Gades a una persona que va a fortalecer esos principios. Marisol se aproxima a una España completamente diferente de aquella que la había alabado y encumbrado. Por eso se hablaba mucho de traición también, pero no había traición, sino evolución", defiende su biógrafo, Luis García Gil.

Cuando nació su primera hija, María Esteve, en 1975, se refugiaron en Altea para defender su derecho a la intimidad. Pero un año después, su tranquilidad se vio interrumpida cuando bajó a llevar a su niña a la guardería. Los kioscos estaban empapelados con su imagen desnuda en la portada de la revista Interviú.

Fue una canallada. Las instantáneas habían sido tomadas seis años atrás, cuando aún estaba casada con Goyanes, quien encargó la sesión para presentar a su entonces mujer a una película dirigida por el italiano Bernardo Bertolucci. Para la publicación de las fotos no se le pidió consentimiento. No cobró ni una peseta del millón de ejemplares vendidos.

"Lo de las fotos ha sido una traición, aunque lo peor fue ver a una serie de señores juzgándome como si yo fuera solo un trozo de carne expuesta", lamentaba la actriz. Aquellos señores fueron, entre otros, Juan Marsé y Juan Luis Cebrián, cuyos escritos, tratándola como mujer objeto, aparecen recogidos en la película.

Marisol empezó entonces a verbalizar los abusos de los que fue objeto en la infancia. El encierro, las cenas con señores, el trato como si fuera una mercancía, el modelado para convertirse en una exhausta gallina de los huevos de oro... "En la dictadura me robaron mi identidad, querían hacer de mí el modelo de niña inocente, conformista y buena, para que fuera la referencia de todas las niñas de esa generación, una generación tan despersonalizada que debía convertirse en la continuadora del modelo de mujer franquista", declaró.

Un disco subversivo y el abandono de Gades precedieron su retiro de por vida

En ese camino de sanación y autodescubrimiento, encarnó para televisión en 1984 a un personaje mítico dentro del liberalismo español del siglo XVIII, Mariana Pineda, y en 1980, publicó un disco subversivo e iconoclasta, Galería de perpetuas, donde expresaba el deseo femenino, aludía al lesbianismo, a las violaciones y a la prostitución, y reflexionaba sobre la maternidad.

A mediados de los ochenta, la revista Tiempo publicó que Gades mantenía un romance con una multimillonaria suiza con la que había convivido dos meses en Japón y a la que presentaba como su señora. Aquel mazazo fue la puntilla para que Pepa Flores decidiera apartarse por siempre del ojo público.

Tras rodar la película Caso cerrado (Juan Caño, 1985) se retiró. Lleva casi 40 años alejada de todo foco. En la ceremonia de los Goya de 2020 se le hizo merecedora del Goya de Honor. Hubo rumores de que sus tres hijas la convencerían para recoger el galardón. No fue así. Como asegura el presidente de la Academia, "fue de una coherencia absoluta".

En lo privado, la mujer de carne y hueso ha derrotado al icono mediático, pero el eco de Marisol ha dejado una huella profunda en la historia de nuestro país, como referente de los cambios protagonizados por la mujer en las últimas décadas.

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Fuente:https://www.telva.com/cultura/2024/05/07/6638abf301a2f1dfa68b45b4.html

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