Francisco dialogó con la presidenta de la agencia Télam, Bernarda Llorente, sobre las problemáticas mundiales de un tiempo que caracterizó como de "crisis de civilización".
“Después de la Segunda Guerra Mundial había mucha esperanza en las Naciones Unidas. No quiero ofender, sé que hay gente excelente que trabaja, pero en este punto no tienen poder para imponerse”. denunció el papa Francisco, en la entrevista concedida a la presidenta de la agencia Télam, Bernarda Llorente, publicada hoy.
“Sí, ayudan a evitar las guerras, y pienso en Chipre, donde hay tropas argentinas”, dijo el pontífice: “Pero detener una guerra, resolver una situación de conflicto como la que vivimos hoy en Europa, o como los experimentados en otras partes del mundo no tienen poder. Sin ofender. Es que la constitución que tienen no les da poder”, señaló.
“Hay instituciones beneméritas -añadió el Papa- que están en crisis o, peor, que están en conflicto. Las que están en crisis me dan esperanzas de un posible progreso. Pero las que están en conflicto se involucran en resolver asuntos internos. En este momento hace falta valentía y creatividad. Sin esas dos cosas, no vamos a tener instituciones internacionales que puedan ayudarnos a superar estos conflictos tan graves, estas situaciones de muerte”.
En la guerra no se baila el minué
Tras reiterar su frase de que el planeta atraviesa una "guerra mundial en pedacitos", el pontífice condenó la "crueldad" y el dolor cotidiano que causa.
“Esto de Ucrania lo vivimos de cerca y por eso nos alarmamos, pero pensemos en Ruanda hace 25 años, Siria desde hace 10, Líbano con sus luchas internas o Myanmar hoy mismo. Esto que vemos está sucediendo desde hace tiempo. Una guerra, lamentablemente, es una crueldad al día. En la guerra no se baila el minué, se mata, y hay toda una estructura de venta de armas que lo favorece”, lamentó el pontífice.
Francisco reiteró su condena a la fabricación de armamentos y comentó que una persona “que sabe de estadísticas” le comentó que “si durante un año no se fabricaran armas, no habría hambre en el mundo”, y agregó que “creo que llegó el momento de repensar el concepto de "guerra justa".
“Puede haber una guerra justa, hay derecho a defenderse, pero como se usa hoy día ese concepto hay que repensarlo. Yo he declarado que el uso y la posesión de armas nucleares es inmoral. Resolver las cosas con una guerra es decirle no a la capacidad de diálogo, de ser constructivos, que tienen los hombres. Es muy importante esa capacidad de diálogo. No sabemos escucharnos. No le permitimos al otro que diga lo suyo. Hay que escuchar. Escuchar lo que dice, recibir. Declaramos la guerra antes, es decir, cortamos el diálogo. Porque la guerra es esencialmente una falta de diálogo”.
Francisco recordó cuando en 2014 fue a Redipuglia, por el centenario de la guerra de 1914, “vi en el cementerio la edad de los muertos y lloré. Ese día lloré. Un 2 de noviembre, algunos años después, fui al cementerio de Anzio y cuando vi la edad de aquellos chicos muertos, también lloré. No me avergüenzo de decirlo. Qué crueldad. Y cuando se conmemoró el aniversario del desembarco en Normandía, pensaba en los 30.000 muchachos que quedaron sin vida en la playa”. Visitar los cementerios militares en Europa ayuda a caer en la cuenta de esto”.
Narcisismo, desánimo y pesimismo
En otro orden, el pontífice definió al "narcicismo", el "desánimo" y el "pesimismo" como los males de la época pero convocó a usar el sentido del humor como antídoto ya que es "lo que más humaniza", y además exhortó a no incurrir en el lamento continuo al que identificó con el apodo que recibía "una monja que vivía quejándose y a la que en el convento -recordó- llamaban 'sor Lamentela'".
“Narcisismo, desánimo y pesimismo- entran en lo que se llama la psicología del espejo. Narciso, claro, miraba el espejo. Y ese mirarse no es mirar hacia adelante, sino volverse sobre sí mismo y estar continuamente lamiendo la propia llaga. Cuando, en realidad, lo que te hace crecer es la filosofía de la alteridad. Cuando no hay confrontación en la vida no se crece” y aconsejó para combatir esas tres cosas “es el sentido del humor. Es lo que más humaniza” y contó que todos los días reza una oración de Santo Tomás Moro: “Dame, Señor, una buena digestión y también algo que digerir. Dame sentido del humor, que sepa apreciar un chiste".
“Los cardenales me pidieron una reforma"
Consultado por la entrevistadora sobre la reforma de la Curia que el pontífice argentino está llevando a cabo, respondió: “Las cosas que he hecho no las he inventado ni soñado después de una noche de indigestión. Recopilé todo lo que los cardenales habían dicho en las reuniones previas al cónclave que debería haber hecho el próximo Papa. Entonces dijimos las cosas que había que cambiar, los puntos que había que tocar”.
“Lo que puse en marcha -especificó- fue lo que se me pedía”. “No creo que haya nada original por mi parte, pero puse en marcha lo que habíamos decidido entre todos. Por ejemplo, la reforma de la Curia terminó con la nueva Constitución Apostólica Praedicate Evangelium, con la que, después de ocho años y medio de trabajo y consultas, pudimos implementar lo que los cardenales habían pedido, cambios que ya se estaban poniendo en práctica. Hoy hay una experiencia misionera”.
Y explicó: “Predicate Evangelium, es decir, sed misioneros. Predicar la Palabra de Dios, es decir, lo esencial es salir. Esto es lo que se pedía en aquellas reuniones de cardenales. Y cuando me eligieron, lo puse en marcha. Después de unos meses, se realizaron consultas hasta la redacción de la nueva Constitución. Y mientras tanto, se estaban produciendo cambios. Es decir, no son mis ideas. Para ser claro. Estas son las ideas de todo el Colegio cardenalicio que pidió esto”.
Francisco: "Un pastor mezclado y participando de la vida de su pueblo"
"A veces los curas tenemos la tentación de noviar demasiado con los poderes y ese no es el camino. El verdadero camino es el pastoreo: estar en medio de tu pueblo, delante de tu pueblo y detrás de tu pueblo", subrayó Francisco.
“Estar en medio para olerlo bien, para conocerlo bien, porque a vos te sacaron de ahí. Estar delante de tu pueblo para a veces marcar el ritmo. Y estar detrás de tu pueblo para ayudar a los rezagados y para dejar que camine solo para ver para dónde tira, porque las ovejas a veces tienen la intuición de saber dónde está el pasto. El pastor es eso. Un pastor que esté solo delante del pueblo no va”.
Para para ser buen comunicador, tiene que ser bien nacido
Con esa expresión, el Papa insistió en que quienes informan deben cumplir su tarea con "nobleza", lo que implica transparentar la diferencia entre "el hecho es así" y "yo pienso así", para de ese modo "salir al ruedo, pero que quede claro lo que pensás".
El pontífice subrayó que “la comunicación es algo sagrado. Es quizás de las cosas más lindas que tenga la persona humana. Comunicarse es divino y hay que saber hacerlo con honestidad y autenticidad. Sin agregar cosas de mi cosecha y no decirlo. "Pasó esto. Yo pienso que debe ser esto o interpreto lo otro", pero que quede claro que sos vos”.
“Hoy los medios de comunicación -acotó el Papa- tienen una gran responsabilidad didáctica: enseñar honestidad a la gente, enseñar a comunicarse con el ejemplo, enseñar a la convivencia. Pero si vos tenés medios de comunicación que da la impresión que tienen una metralla en la mano para destruir a la gente - con la selección de la verdad, con la calumnia, con la difamación o con ensuciarlo - eso nunca hará crecer a un pueblo. Pido que los medios de comunicación tengan esa sana objetividad, lo que no quiere decir que sea agua destilada. Reitero: "el hecho es así y yo pienso así". Y salís al ruedo, pero que quede claro lo que pensás. Eso es muy noble. Pero si vos hablás con el programa que te impone tal movimiento político, tal partido, sin decir que es eso, eso es innoble y no es de bien nacido. El comunicador, para ser buen comunicador, tiene que ser bien nacido”.
"Latinoamérica está en ese camino lento, de lucha, por la unidad de la región"
El papa Francisco remarcó que el objetivo de "la unidad latinoamericana" iniciado por el "sueño de San Martín y Bolívar" podrá concretarse si se trabaja el "encuentro de todo el pueblo latinoamericano, más allá de la ideología, con la soberanía", lo que implica -marcó- que "cada pueblo se sienta a sí mismo con su identidad" pero "a la vez se vea necesitado de la identidad del otro".
Al referirse a la actualidad de Latinoamérica, el Pontífice la describió en medio de un "camino lento, de lucha", que apunta a "la unidad de la región", aunque al mismo tiempo aseguró que el subcontinente siempre "fue y será víctima, hasta que no se termine de liberar, de imperialismos explotadores", a los que no mencionó porque "son tan obvios que todo el mundo los ve".
Los cuatro principios de Francisco
Desde sus años de formación jesuita, el Papa Francisco siempre defendió cuatro principios conceptuales que lo ayudaron a comprender no sólo las encrucijadas de su país, sino también algunos desafíos de su propia Iglesia.
"Reflexionar sobre ellos me ayuda mucho", admitió el pontífice en un tramo de la entrevista que concedió a Télam, en el Vaticano.
"La realidad es superior a la idea", es el primero de estos principios, es decir "cuanto te vas por los idealismos, perdiste, porque lo importante es la realidad, tocar la realidad", según explicó el pontífice.
"El todo es superior a la parte", es el segundo principio, lo que se traduce en la necesidad de "buscar siempre la unidad del todo", como señaló Francisco.
"La unidad es superior al conflicto", es el tercero, o sea, "cuando se privilegian los conflictos se está dañando la unidad", según sus palabras.
"El tiempo es superior al espacio", es el cuarto de los principios con el que Francisco explica, didáctico, cómo "los imperialismos siempre buscan ocupar espacios y la grandeza de los pueblos es iniciar procesos".
A la hora de definirlos, a Francisco le gusta calificarlos como "cuatro principios que son filosóficos, políticos o sociales", al tiempo que recuerda que siempre le ayudaron "a entender a un país, a una cultura o a la Iglesia".
"Son principios humanos y de integración -concluyó-, mientras hay otros que son más ideológicos y de desintegración. Yo elijo estos".
Recomiendo la lectura de Kusch
“La Iglesia latinoamericana tiene una historia de cercanía al pueblo muy grande. Si tomamos las conferencias episcopales -la primera en Medellín, después Puebla, Santo Domingo y Aparecida- siempre fue en diálogo con el pueblo de Dios. Y eso ayudó mucho. Es una Iglesia popular, en el sentido real de la palabra. Es una Iglesia del pueblo de Dios, que se desnaturalizó cuando el pueblo no podía expresarse y terminó siendo una Iglesia de capataces de estancia, con los agentes pastorales que mandaban”, dijo el Papa a la presidenta de Télam durante la entrevista en el Vaticano.
Y agregó: “Hay un filósofo argentino, Rodolfo Kusch, que es el que mejor captó lo que es un pueblo. Como sé que me van a escuchar, recomiendo la lectura de Kusch. Es uno de los grandes cerebros argentinos Tiene libros sobre la filosofía del pueblo. En parte, esto es lo que vivió la iglesia latinoamericana, aunque tuvo conatos de ideologización, como el instrumento de análisis marxista de la realidad para la Teología de la Liberación. Fue una instrumentalización ideológica, un camino de liberación -digamos así- de la iglesia popular latinoamericana. Pero una cosa son los pueblos y otra son los populismos”.
“Popularismo es cuando el pueblo lleva adelante sus cosas, expresa lo suyo en diálogo y es soberano. El populismo es una ideología que aglutina al pueblo, que se mete a reagruparlo en una dirección”, explicó Francisco.
El Papa se refirió a continuación a cómo ve a la “La Iglesia latinoamericana” y señaló que “tiene aspectos de sujeción ideológica en algunos casos. Los ha habido y los seguirá habiendo, porque eso es una limitación humana. Pero es una Iglesia que pudo y puede expresar cada vez mejor su piedad popular, por ejemplo, su religiosidad y su organización popular”.
¿Tendremos papa Francisco un rato más?
A la pregunta final de la entrevista concedida a la agencia Télam: “¿Tendremos al Papa Francisco un rato más?", el pontífice argentino respondió “Que lo diga el de arriba”.
“Bergoglio nunca hubiera imaginado terminar aquí. Nunca”, revela Francisco sobre su elección como Papa: “Llegué al Vaticano con un maletín, con la ropa que llevaba puesta y poco más. Además, dejé preparados los sermones para el Domingo de Ramos en Buenos Aires. Pensé: ningún Papa comienza su ministerio el Domingo de Ramos, así que me iré a casa el sábado. En otras palabras, nunca imaginé que estaría aquí. Y cuando veo el Bergoglio desde allí y toda su historia, las fotografías hablan por sí solas. Es la historia de una vida que ha seguido con muchos dones de Dios, muchas carencias de mi parte, muchas posiciones no tan universales. En la vida aprendes a ser universal, a ser caritativo, a ser menos malvado”.
“Creo -dijo Francisco- que todas las personas son buenas. O sea, veo a un hombre que ha caminado, que ha tomado un camino, con altibajos, y muchos amigos lo han ayudado a seguir caminando. Nunca caminé solo en mi vida. Siempre hubo hombres y mujeres, empezando por mis padres, mis hermanos que me acompañaron. No puedo imaginarme como una persona solitaria, porque no lo soy. Una persona que pasó por su vida, que estudió, que trabajó, que se hizo sacerdote, que hizo lo que pudo. No se me ocurre otra forma”.
Al ser interrogado sobre si siente que cambió mucho desde que se convirtió en Papa, Francisco respondió: “Algunos me dicen que afloraron cosas que estaban en germen en mi personalidad. Que me volví más misericordioso. En mi vida tuve períodos rígidos, que exigía demasiado. Después me di cuenta que por ese camino no se va, que hay que saber conducir. Es esa paternidad que tiene Dios”.
Francisco rememoró una canción napolitana muy hermosa que describe lo que es un padre napolitano. Y dice "el padre sabe lo que te pasa a vos, pero se hace el que no sabe". Ese saber esperar a los demás propio de un padre. Sabe lo que te está pasando, pero se las arregla para que vos solo vayas, él te está esperando como si nada sucediera. Es un poco lo que hoy criticaría de aquel Bergoglio que, en alguna etapa, no siempre, como obispo que fui un poco más benévolo. Pero en la etapa de jesuita fui muy severo. Y la vida es muy linda con el estilo de Dios, de saber esperar siempre. Saber, pero hacerte el tonto como que no sabés y dejarlo madurar. Es una de las sabidurías más lindas que nos da la vida”.+