Cinco días antes de las elecciones legislativas nacionales, los obispos tendrán sus propias votaciones. Mañana por la tarde elegirán la nueva conducción de la Conferencia Episcopal Argentina y se prevé como muy probable que el obispo de San Isidro, Oscar Ojea, sea reelegido como presidente, por un nuevo período de tres años.
Hace poco más de un mes, Ojea recibió un voto de confianza del papa Francisco, quien en un hecho poco habitual extendió expresamente su mandato como obispo de San Isidro, al establecer que permanezca al frente de la diócesis más allá de los 75 años, la edad establecida por las normas canónicas para que los obispos presenten su renuncia a la Santa Sede.
La incógnita se abre sobre quiénes acompañarán a Ojea en la comisión ejecutiva y en otras comisiones estratégicas, como la de Pastoral Social, donde el jesuita Jorge Lugones, titular de Lomas de Zamora, está en condiciones de continuar por un período más. La asamblea plenaria de los obispos se desarrollará en la casa de retiros El Cenáculo-La Montonera, de Pilar, que este año cumplió 80 años.
Todos los cargos del Episcopado se deciden por el voto de los obispos y ninguno de ellos puede permanecer más de dos períodos consecutivos en una función. Es el caso del arzobispo de Buenos Aires, cardenal Mario Poli, vicepresidente primero del Episcopado desde la votación de 2014. A fines de 2017 se perfilaba como el más votado para acceder a la presidencia, pero él mismo resignó esa posibilidad al pedirle a sus compañeros obispos que no lo votaran para esa función.
Con Ojea al frente, el Episcopado afianzó un papel activo en materia social y priorizó la cercanía de la Iglesia con los sectores más pobres. Es un firme defensor del diálogo político y social y del respeto de los valores institucionales y se constituyó en la voz de la Iglesia a lo largo de este tiempo de crisis, en los últimos dos años del gobierno de Mauricio Macri y en los primeros dos de la gestión de Alberto Fernández.
La renovación de los cargos en la Conferencia Episcopal debía realizarse en noviembre de 2020, pero la asamblea se postergó por el avance de la pandemia y la composición de la comisión ejecutiva, al igual que las otras comisiones episcopales, se extendió un año más.
De los cuatro cargos en la comisión ejecutiva, dos pueden ser reelegidos (Ojea, como presidente, y Marcelo Colombo, arzobispo de Mendoza, en la vicepresidencia segunda. En cambio, deben dejar sus lugares por completar dos períodos el cardenal Poli (vicepresidente primero) y el secretario general, Carlos Malfa, obispo de Chascomús.
No sería la primera vez que un cardenal y arzobispo de Buenos Aires quede afuera de la comisión ejecutiva. Ya ocurrió a fines de 2011, cuando el entonces cardenal Jorge Bergoglio abandonó la presidencia del cuerpo luego de dos períodos. Dos años después fue elegido papa.
La asamblea plenaria, en la que se abordarán otros temas de la agenda episcopal, comenzará el lunes, a partir de las 16, con el habitual intercambio pastoral. Ojea presidirá la misa de apertura, a las 19.30. En las últimas horas, Francisco designó arzobispo de Córdoba al sacerdote jesuita Ángel Sixto Rossi, de 63 años. Reemplazará a Carlos Ñáñez, quien presentó su renuncia al haber llegado al límite de los 75 años, tras mantenerse durante 23 años al frente de una de las principales diócesis del país.