En el Estados Unidos de finales del Siglo XIX, las jornadas laborales se extendían entre 10 a 15 horas según la actividad y el Estado en la que se desarrollara.
Las organizaciones obreras eligieron el 1º de mayo de 1886 para aunar fuerzas y ese día casi 350 mil obreros accionaron en conjunto en el país norteamericano para conseguir la jornada laboral de ocho horas. Unos 190 mil realizaron huelga y otros 150 mil participaron de acciones de protesta.
La tensión entre los manifestantes y la policía escaló hasta el 3 de mayo, día en que la policía reprimió la protesta en la empresa de maquinaria McCormick Harvester, de la ciudad de Chicago. Ese día, un asalariado murió y 3 heridos murieron al poco tiempo.
Al día siguiente, 4 de mayo, se convocó a una concentración en la Plaza Haymarket. En un contexto de tormenta primaveral, sólo 3 mil personas se reunieron y unos 180 policías aprovecharon para infiltrarlos. Una bomba detonó dando la "excusa" para reprimir, dejando un saldo de 70 heridos y 7 muertos.
La primera celebración del Día del Trabajador en Argentina
La primera celebración del Día del Trabajador en Argentina fue el 1º de mayo de 1890, curiosamente en barrio porteño de Recoleta. La conmemoración fue una iniciativa del club de trabajadores alemanes Worwaerts y reunió unas 2 mil personas, número abultado para aquellas épocas. Al día siguiente, los asalariados se enteraron que habían perdido su jornal "por faltar al trabajo".
Ese día se reivindicó la declaración del Congreso de París de 1889 “donde los representantes de los trabajadores de diversos países, resolvieron fijar el 1° de mayo de 1890 como fiesta universal de los obreros, con el objeto de iniciar la propaganda en pro de la emancipación social”.
Hubo varios oradores que se refieron a “las deplorables condiciones de trabajo en todos los gremios” y exigieron la limitación de la jornada a ocho horas.
El diario La Nación, con su habitual posicionamiento antipopular, publicó que "había en la reunión poquísimos argentinos, de lo que nos alegramos mucho”. No obstante, pese al diario de los liberales-conservadores, ya despuntaba la vida sindical en Argentina.
Huelga General de la Semana de Mayo
En los años posteriores, las celebraciones del 1º de mayo se marcaron por la dispersión entre fracciones, fenómeno recurrente en las izquierdas de Argentina.
En 1909, la policía atacó la convocatoria anarquista en Plaza Lorea, dejando 14 muerto y 80 heridos. El terrorismo de estado logró unir a socialistas y anarquistas y el lunes 3 se inició una hulega general. Luego, en el sepelio de las víctimas sucedieron nuevos enfrentamientos con la policía, con barricadas y tiroteos durante toda la noche.
El paro duró unos ocho días, paralizando la actividad comercial e industrial de Buenos Aires. Se conoció como la "Huelga General de la Semana de Mayo".
Por ocho días se detuvo totalmente la vida industrial y comercial de Buenos Aires en una de las actitudes más enérgicas y duraderas que registra el movimiento obrero argentino y que se conoció como la “huelga general de la semana de mayo”.
La represión como política de Estado
Hasta finales de la década de los años 30, las convocatorias sindicales se realizaban siempre con miedo a la represión. Incluso, en 1910, en ocasión del Centenenario de la Patria, el nacionalismo conversador se exarcerbó y con el ámparo policial incendieron bibliotecas y locales sindicales.
Posteriormente, la represión fue menguando, de poco y con idas y vueltas, pero la conmemoración se afianzó con el correr de los años, así como el dearrollo del movimiento obrero sindical. Eran años en los que reclamaban por mejoras en las condiciones laborales.
La llegada del peronismo y el tiempo de los trabajadores
Con la llegada del peronismo todo cambió substancialmente. El 1º de mayo de 1947 fue la primera celebración durante el gobierno del peronismo.
Desde entonces, los festejos iniciaban con el discurso del Secretario General de la Confederación General del Trabajo (CGT), el de Evita Perón, y luego con el Presidente, General Juan Domingo Perón. También había números artísticos con figuras populares como Hugo del Carril.
El último 1º de mayo que tuvo a Perón en Casa Rosada, previo a ser derrocado fue en 1955. Eduardo Vuletich, secretario de la CGT, cargó contra la Iglesia Católica: "la central obrera, por intermedio de sus legisladores, postulará eliminar la enseñanza religiosa y separa a la Iglesia del Estado".
El mismo Perón avaló esta idea: “El Pueblo, por medio de sus representantes, ha de decir su última palabra. Si el pueblo decide que han de irse, se irán”.
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